Ernesto Lumbreras presentó un libro de ensayos que entrelaza relato, reflexión y poesía
Lunes 3 de agosto de 2015, p. 9
Integrado por 46 ensayos breves, La mano siniestra de José Clemente Orozco: derivaciones, transbordos y fugas, volumen escrito por Ernesto Lumbreras, examina la obra del muralista jalisciense, al tiempo que reflexiona sobre el simbolismo de la mano.
La idea es desentrañar la pasión artística de Orozco –quien perdió la mano izquierda a los 20 años, en un accidente– por dibujar y pintar esas extremidades a lo largo de su trayectoria, y en contrapunto, a través de la mirada de neurólogos, filósofos, piratas, novelistas, escultores, pianistas, magos, políticos, mimos, poetas, directores de cine, pintores y bailarines (muchos de ellos también mancos), exponer la versatilidad, el portento y los misterios de esas extremidades.
Así, van desfilando personajes como Rodin, Goya, Rembrandt, Álvaro Obregón, Ramón de Valle Inclán, el pintor Cándido López y un mago argentino que también perdió una mano, entre muchos otros.
Los ensayos nones están dedicados a Orozco y los demás a esas otras figuras que han hablado, estudiado o vivido en carne propia la pérdida de una mano.
Ganador de la edición 12 del Premio Internacional de Ensayo y Narrativa 2015, convocado por Siglo XXI Editores y otras instituciones, el volumen fue comentado ayer en la sala Manuel M. Ponce, del Palacio de Bellas Artes, por Magnolia Rivera, Adolfo Castañón y Eduardo Antonio Parra.
Con una narrativa lúdica, alejada de la academia, el libro es para Castañón admirable en más de un sentido, por desarrollar la pedagogía de la alteridad
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Se trata de un volumen, consideró Castañón, que está llamado a formar parte del arsenal del ensayo mexicano contemporáneo. Un libro sabio, preñado de lecciones y derivaciones, fugas y transbordos. Que crece al ser leído y releído. Es una invitación a revalorar lo que puede hacer una palabra decidida a pensar y a aproximarse a un hecho artístico y al mundo de un autor como Orozco
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Rivera destacó que en dicho trabajo se hermanan el relato, el análisis, la reflexión y la poesía
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Ninguna de las habilidades de la mano escapan al autor, comentó la también escritora. En sus ensayos, van desde las que se convierten en pinzas, martillos, visera, silbato, peine, máquina de calcular, abecedario para los sordomudos, etcétera; aunque su obra de arte es la masturbación, pues después de todo no hay nada más natural que el encuentro de la mano con el sexo.
En el libro, señaló Rivera, se encuentra una variedad de temas y de tonos, una riqueza de matices, cavilaciones e inquisiciones. Es un especie de gabinete de curiosidades
. Se trata de una serie de deliciosos ensayos, que se pueden leer más de una vez, en la sala de la casa o en el vaivén del Metrobús. La primera, para conocer; la segunda, para recapitular en las certezas.
Lumbreras “nos invita a meditar en los hallazgos en torno a la manos y cuestiona: será nuestra extremidad superior la medida de todo y sus partes… para señalar luego las posibles respuestas”.
En su momento, Parra destacó que Lumbreras lleva a sus lectores por un recorrido lúdico a través de la medicina, la filosofía, la pintura, la anatomía, la escultura, la poesía, la narrativa, la música, el cine, la fisiología y la historia.
“Desde el texto preliminar que abre el volumen, titulado El cerebro en forma de mano, Lumbreras emprende la escritura de lo que se podría denominar una historia cultural de nuestras extremidades superiores, con lo que consigue que sus lectores, al llevar a cabo una acto tan simple y automático como encender un cigarro o tomar un lápiz, dejemos de hacerlo con la inocencia de siempre para ponernos a pensar en la maravilla que significa tener la capacidad de realizarlo”.
Como ensayista, dijo Parra, Lumbreras opera como quien se sienta al lado del lector para conversar, de manera amable, entrañable y convincente
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