El autor de Un mundo feliz plasmó en sus obras sus experiencias en el rancho La Puerta
El escritor era un pan dulce
, relata Deborah Szekely, su afitriona en esa época
Durante un año vivió junto con su esposa al pie del cerro Cuchumá, poco antes de su muerte, en 1963
Domingo 2 de agosto de 2015, p. 3
Tecate, BC.
Un incendio en la segunda mitad del siglo pasado trajo al pueblo mágico de Tecate un huésped muy peculiar, que gozaba, experimentaba con sustancias y se inspiraba para escribir sus obras. Era Aldous Huxley, el escritor inglés autor de Un mundo feliz, quien tras diversas visitas en la década de los 50 vivió un año en esta región hasta poco antes de su muerte, periodo en el que posiblemente escribió su último ensayo, Ciencia y literatura.
El rancho La Puerta, pionero en el concepto de centros de sanación, ubicado al pie del cerro Cuchumá –montaña sagrada para los indígenas kumiai– fue el refugio que eligió su esposa, la terapeuta y violinista Laura Archera-Huxley, por recomendación del círculo social de Hollywood al que la pareja estuvo ligada, refiere Deborah Szekely, fundadora y propietaria del espacio.
Huxley y su compañera de vida se hospedaban en una cabaña que actualmente forma parte del área de comedores, explica Szekely. “Aldous no era exigente, no le importaban mucho sus alrededores, quizá porque estaba casi ciego. De trato agradable, era lo que yo llamo a sweetie pie (un pan dulce)... su casita estaba lejos de las otras; tenía mucho silencio y privacidad.”
La pareja llegó después de 1961, año en que el fuego redujo a cenizas en Los Ángeles, California, la casa del autor de Farenheit 451, que este 26 de julio celebraría su 121 aniversario. El fuego acabó con una parte de su memoria y marcó un antes y un después en su vida
, reveló su hijo Matthew Huxley, en una entrevista que dio a la BBC.
Escritura, meditación y... experimentación
Las actividades de Aldous Huxley en Tecate se enfocaban principalmente en la escritura, en la meditación y en la experimentación con sustancias.
El libro Prueba de coraje: la historia de Michel Thomas, escrito por Christopher Robbins, hace referencia a una invitación a Tecate en 1958 a lo que Huxley llamaba experimentos controlados
con el uso de LSD, sustancia que en ese entonces era legal y recibía de su creador, el doctor Albert Hoffmann.
Autor de un sistema de aprendizaje de idiomas, Michel Thomas habla sobre su experiencia con el LSD: A cada uno se nos daba una grabadora para registrar nuestras impresiones. Era como estar entre el cielo, el infierno y todo lo que esté en medio. Puede sacar de uno un ángel o un demonio, se debe procurar no llevar ideas preconcebidas y prepararse para la pérdida del ego... es como morir sin morir; la paranoia puede presentarse, pero hay que recordar que las experiencias son sicológicas, no físicas
.
Además de estas actividades, es muy probable que Huxley haya escrito su último libro de ensayo titulado Ciencia y literatura en su estancia en Tecate, durante 1962, pues en 1961 perdió todo su archivo en el incendio, del que sólo rescató el manuscrito de su novela La isla, publicada en 1962.
Mientras tanto, su esposa Laura Archera trabajaba en su propia obra escrita y se daba tiempo para dar terapia a algunos de los huéspedes de La Puerta, relata Deborah Szekely.
La Biblioteca de la Universidad de California, en Los Ángeles, rescató los archivos de Aldous Huxley; en su inventario hay varios audios con la etiqueta Tecate
, así como una invitación con fecha de 1960 a su conferencia titulada Potencial Humano, que no llegó a dar en persona, pues días antes su estado de salud se complicó por el cáncer de laringe que padecía y dejó una grabación para el acto. Sus sabias palabras abrieron la conferencia
, recuerda Szekely.
Este seminario plantó una semilla que germinaría en un cluster intelectual llamado el movimiento por el potencial humano.
Szekely, de 93 años y testigo de este proceso, cuenta que con su esposo, el filósofo rumano Edmond Szekely, se enfocó en que cualquier ser humano podía desarrollar su potencial
, ideas que se propagaron en centros terapéuticos y en universidades de California.
Mientras vivió en Tecate, Huxley encontró no sólo un escape al bullicio de Los Ángeles. En territorios sagrados para los nativos kumiai, junto con su esposa Laura, científicos y sicólogos, formó una especie de incubadora de creatividad e ideas, que hablaba de su preocupación por el porvenir de la humanidad.
El británico escribe en una de las páginas de Las puertas de la percepción un pasaje que nos remite a la veneración que sentía por paisajes que se asemejan a los que se pueden apreciar en Tecate: “Uno podría dispensarse de la palabra escrita o hablada. Cuanto más pienso en ello más me convenzo de que hay algo inútil, mediocre y hasta –siento la tentación de decirlo– afectado en la palabra. En cambio, ¡cómo impresiona la gravedad y el silencio de la naturaleza cuando se está cara a cara con ella, sin nada que distraiga, ante unas desnudas alturas o la desolación de unos viejos montes!”
Científicos como el médico Andrija Puharich y el académico contracultural Timothy Leary –famoso en los 60 por defender el uso de sicoactivos– describen la relación que el autor entablaba a través de experimentos con sustancias como la mezcalina, elemento activo del peyote, experiencia que Huxley también resume en Las puertas de la percepción.
Un lugar con magia
El paisaje del rancho La Puerta incluye un complejo de senderos que llevan a jardines, fuentes donde abundan árboles y la montaña Cuchumá, considerada sagrada por los indígenas kumiai, una de las cinco etnias nativas de Baja California, a la que hasta estos días acuden para curarse, soñar y, sobre todo, recibir visión
.
Quizás era lo que a los Huxley les gustaba y consideraban para pasar meses de verano en campamentos cercanos a este sitio.
Sobre la leyenda del lugar, Daniela Leyva, lingüista del Instituto Nacional de Antropología e Historia, explica que el Cuchumá es un sitio donde los kumiai incineraban a sus muertos; eran lugares de resguardo, de cobijo por el Sol.
Aldous Huxley murió de cáncer el 22 de noviembre de 1963, en un largo viaje de LSD que su esposa Laura Archera-Huxley le inyectó ante una petición que él le hizo mediante una nota escrita.
Ella describe que tenía la impresión de que era necesario darle un segunda inyección; fueron cinco horas en que no hubo convulsiones ni agitación, excepto este estado muy silencioso, como una música que se va apagando. Se veía tan tranquilo, su respiración se detuvo y había una expresión hermosa en su rostro
. El día que falleció fue el mismo en que murió asesinado el entonces presidente de Estados Unidos John F. Kennedy.