Roma.

Las repetidas huelgas en algunos de los lugares más emblemáticos de Italia suscitan el enfado de autoridades y visitantes en plena temporada turística. Me invade una rabia incontenible cuando veo lo que ocurrió en Pompeya, declaró el sábado el primer ministro italiano, Matteo Renzi.

Cientos de turistas quedaron bloqueados el viernes durante más de dos horas a las puertas del yacimiento arqueológico más famoso de Italia por una huelga espontánea del personal.

El mismo día, y por los mismos motivos, unos turistas no pudieron acceder a la galería Borghese de Roma, uno de los museos más visitados de la capital. La víspera, un grupo que se disponía a visitar el Coliseo, símbolo de la ciudad eterna, tuvo que esperar varias horas a la entrada del monumento porque los trabajadores convocaron a una asamblea del personal sin previo aviso. El que actúa así perjudica a los sindicatos y los derechos de los trabajadores pero, sobre todo, perjudica a su país, se indignó el ministro italiano de Cultura, Dario Franceschini, quien denunció los daños incalculables infligidos a la imagen de Italia.

Por si fuera poco, uno de los sindicatos de la aerolínea Alitalia estalló una huelga el viernes, día en que muchas personas se disponían a viajar. El movimiento fue, sin embargo, poco seguido y, según la compañía, más de 85 por ciento de los vuelos pudieron llevarse a cabo.

Diez por ciento del PIB

El turismo representa más de 10 por ciento del producto interior bruto (PIB) italiano y más de 11 por ciento del empleo, según datos de 2014, publicados por la agencia italiana del sector. El gobierno muestra, además, grandes ambiciones respecto del sector cultural, que quiere convertir en uno de los ejes de desarrollo del país. La cultura es la llave de nuestro futuro, aseguró Renzi el sábado.

Es evidente que hay que invertir en el patrimonio, cultural y monumental, para atraer más turismo, y conseguir más riqueza, declarpo Franceschini a la Afp en junio.

Italia tiene el mayor patrimonio cultural en el mundo, miles de kilómetros de costas y un clima mediterráneo envidiable. Sin embargo, sólo es el quinto lugar más visitado del mundo, muy por detrás de Francia y España, sus dos principales competidores en Europa.