Marsella, Francia.

Tan unidos como la breve distancia entre el muelle y la cubierta de un barco, describió el presidente Enrique Peña Nieto la cercanía actual entre México y Francia.

Él y François Hollande habían descendido momentos antes del buque escuela Cuauhtémoc de la Armada mexicana. En esa misma jornada sobrevolaron en helicóptero el parque nacional de las Calanques y cancelaron una estampilla postal en homenaje Gilberto Bosques, el cónsul mexicano de la Segunda Guerra Mundial, cuya labor salvó de morir a unas 40 mil personas a manos del fascismo.

Cuando Peña habló así, cenaban ya por invitación del gobierno francés y concluía el tercer día de la visita de Estado del presidente mexicano a Francia. Más allá de la empatía personal –así lo describe el personal de Los Pinos–, Peña Nieto ratificó ayer a Hollande su respaldo para sacar adelante los acuerdos vinculantes de la Cumbre de París sobre cambio climático de finales de año (COP-21).

A su llegada al también tercer puerto comercial más importante de Europa, Peña Nieto había lanzó un guiño a la poderosa industria aeroespacial de este país. En México, dijo, esa es ya una de las áreas más dinámicas de la economía. Existen más de 300 empresas aeronáuticas y el país es el cuarto destino mundial para las inversiones de manufactura aeroespacial.

Antes de recorrer una de las cadenas de producción de la firma Airbus Helicopters Marignane, resaltó: queremos que otras empresas de esta innovadora región sigan invirtiendo en suelo mexicano, que aprovechen el talento y la creatividad de nuestra gente.

En el museo Villa Meditarrenée, Michel Vauzelle, presidente de la región Provence-Alpes y Costa Azul y Peña Nieto hablaron de los símbolos que vinculan a México y a esta región, incluidos los cuatro mil habitantes de Barcelonnette que en el siglo XIX se fueron al país para trabajar en la industria textil y en el comercio, así como el recuerdo a los soldados de la Legión Extranjera derrotados en la batalla de Camarón (Veracruz) el 30 de abril de 1863. Descendientes de ese cuerpo militar estuvieron aquí para la recepción al presidente Peña, entre ellos el mexicano Ricardo Uribe.

Con las autoridades locales el acto sobresaliente ocurrió en la alcaldía, donde develó una placa de la Plaza Gilberto Bosques, el llamado Schindler mexicano.

Peña Nieto lo llamó mexicano universal, evocó su profundo sentido solidario, porque bajo su liderazgo el consulado de México recibió y protegió a miles de mujeres y hombres. Sin importar su condición social o situación económica, su ideología o religión, su nacionalidad o raza les dio alimento, cobijo y esperanza.

Su labor en favor de los refugiados, añadió el mandatario mexicano, trasciende hasta estos días, pues inspiró el desarrollo de nuevas normas de protección de los derechos humanos que hoy están consagradas en distintos tratados internacionales.

Bajo esa guía, aseguró también, México asume hoy su responsabilidad global: autodeterminación de los pueblos, no intervención, solución pacífica de controversias, así como el respeto, protección y promoción de los derechos humanos. En esa misma ceremonia, el presidente Peña recibió la gran medalla de Ville.

Más tarde se reunió con Hollande y abordaron el reluciente buque escuela Cuauhtémoc por estas aguas como parte la Operación Levante Mediterráneo 2015. Procedente de Portsmouth, Inglaterra, y luego de una travesía de casi dos semanas, el barco al mando del capitán de Navío, Pedro Mata Cervantes atracó ayer por la mañana en Marsella.