El escritor nicaragüense habla de su novela más reciente, publicada por Alfaguara
Ella deja de ser marginal y se rebela en varias ocasiones contra El Mago (Dios)
Ese sistema no es un asunto de lucha de clases, se reproduce en todos los estratos de la sociedad; eso de que la mujer va aparte, siempre aparte, explica el autor a La Jornada
‘‘Sólo soy un buscador de historias”
Miércoles 17 de junio de 2015, p. 3
La Biblia está llena de historias incompletas. Historias dejadas ahí para que alguien las encuentre y las recuente. Que aporte a los personajes forma, sentimientos, rebeldía.
El escritor nicaragüense Sergio Ramírez (Masatepe, Masaya, 1942) tomó una: la de Abraham y Sara, y la llevó de unos cuantos versículos del Génesis a una novela de 250 páginas.
Sara es el título de esa nueva novela, donde ella deja de ser un personaje marginal, sumiso, y se rebela en varias ocasiones contra El Mago (Dios), que no hace otra cosa que pedir cosas a ella y Abraham, prometer otras y ni siquiera la reconoce como interlocutora en ese sistema patriarcal que sigue reproduciéndose hasta nuestros días.
–¿Es religioso?
–Pues no, en el sentido que tiene la palabra no.
Soy respetuoso de las ideas religiosas
, dice en entrevista el ganador del segundo Premio Internacional Carlos Fuentes a la Creación Literaria en Idioma Español, que recibió el pasado febrero.
Crueldad en el mundo islámico
–Una de las consecuencias de leer esta novela es abrir de nuevo el libro del Génesis y leer la historia de Abraham y Sara, y la otra es ver que las cosas no han cambiado en miles de años. El patriarcado sigue vigente.
–Claro, esa es la lectura posterior que se puede hacer de una novela como ésta y del propio texto sagrado. Es decir, las relaciones patriarcales no se han disuelto ni mucho menos. Se han atemperado.
“Si ves el progreso de las sociedades, estas relaciones patriarcales se han atemperado, pero cuando contemplas el mundo islámico ahí permanecen totalmente intactas, al grado de la crueldad; si lees un libro que creo que nadie lee, pero a mí me fascinó en la adolescencia, Los hijos de Sánchez, es una exposición de la relación patriarcal en una sociedad entre los pobres en México, y eso se repite en Nicaragua y a lo largo de toda América Latina.
La relación patriarcal no es un asunto de lucha de clases, es decir, se reproduce en todos los estratos de la sociedad; eso de que la mujer va aparte, siempre aparte.
–¿Qué se necesita para cambiar esa realidad?
–No lo sé. Creo que es un asunto de educación y de posibilidades: si una mujer tiene una profesión, si gana su dinero, si es ejecutiva de una empresa, si tiene su propio negocio, si en lugar de que el marido sea carpintero y le da para el diario ella tiene una panadería y da dinero, me parece que la relación cambia de inmediato. La mujer deja esa sumisión y comienza a ser dueña de su propio destino. Me parece que eso influye mucho, la preparación, la educación para cambiar la relación de la mujer en la sociedad.
Al menos en Sara (Editorial Alfaguara), Sergio Ramírez cambia esa relación. Ella no es sumisa, se rebela ante las órdenes de El Mago, las cuestiona.
–¿Teme que le digan sacrílego?
–En Nicaragua va a presentar este libro el arzobispo auxiliar de Managua, monseñor Silvio Báez, quien es teólogo, especialista en la Biblia y acaba de publicar un libro que se titula Los silencios de la Biblia, y forma parte de un equipo nombrado por el Vaticano que realiza una nueva traducción de la Biblia del hebreo, arameo, latín, griego. No sé, tal vez eso es como una especie de blindaje.
“Nunca se me ha ocurrido hacer una exégesis del texto sagrado de la Biblia, no soy estudioso ni religioso. Soy un escritor que busca en el caudal de historias que cuenta un libro maravilloso como éste una a la cual se le puede sacar partido narrativo. El de la Biblia es un texto escueto que tiene muchas ideas narrativas, mucha intriga, y se puede leer muy bien entre líneas.
“Mi interés era meterme dentro de las líneas y explorar qué es lo que hay adentro. Si alguien piensa que el texto del Antiguo Testamento no se puede tocar –como piensan los escribas más estrictos del Corán y por eso ha habido tanto conflicto, porque no se puede tocar–, entonces creo que sí habrá alguien que piense que se trata de un sacrilegio.”
Sergio Ramírez busca entre líneas. Es, como El Mago, dueño de los destinos de sus personajes. Uno es su propio mago. En el espacio de las páginas que uno determina que va a tener un libro, o de las que termina teniendo, uno es el creador, el que determina qué va a ocurrir. Puedes matar, salvar, casar, divorciar, mandar al exilio, es decir, es un poder muy grande el que uno tiene, absoluto, patriarcal
.
En Sara el bien y el mal, lo justo o injusto, lo moral o no, carece de fronteras. Los personajes no son buenos y no son malos. La Biblia te da es una foto fija, la tienes que poner en movimiento
, añade el autor.
Sobre todo, esa novela no es un texto solemne. En muchas de sus páginas se adivina la risa del autor, el divertimento a la hora de recontar a Sara. No había otra forma de escribir este libro. Escribirlo con solemnidad había sido absurdo: ir a un texto solemne y echarle más solemnidad encima. Entonces fue reírse un poco de las contradicciones, meterme en las fisuras de esa historia, hablar de otro tiempo, que eso también es divertido, citar tangos y todo lo demás. Volver la lectura atractiva.
El autor probablemente no regrese a los textos bíblicos para escribir novelas. Por ahora se dedica a un nuevo libro del detective Dolores Morales, que apareció en El cielo llora por mí, ambientado en la actualidad. De la novela bíblica a la novela negra.
Sara será presentado este jueves a las 19 horas en la librería Rosario Castellanos (Benjamín Hill y Tamaulipas, colonia Condesa).