n el continente africano hoy se está librando una batalla muy importante entre el autoritarismo que criminaliza la homosexualidad y el pensamiento científico. Las relaciones afectivas y sexuales entre personas del mismo sexo son ilegales en 38 de las 53 naciones de África, y en cuatro de ellas se castigan con la pena de muerte.
En algunos países africanos se han intensificado las acciones homofóbicas. El año pasado en Uganda –donde ser gay de por sí ya era delito– se incrementó la penalización a cadena perpetua, además de considerar una violación a la ley la promoción de la homosexualidad
, sea lo que signifique eso. En 2014 Gambia promulgó una ley similar y en Nigeria se aprobó otra que prohíbe las muestras de afecto en público de las personas del mismo sexo. Frente a esto, las Academias de Ciencias de Sudáfrica (ASSAf) y de Uganda realizaron un estudio que examina las evidencias científicas que existen sobre este tema, y la primera ha hecho pública una declaración que deja al descubierto la irracionalidad de tales medidas y los riesgos que implican para la salud y la sociedad en su conjunto.
La declaración de la ASSAf señala que la diversidad sexual siempre ha sido parte de las sociedades y, por tanto, nada justifica los intentos de eliminar a las personas que no son heterosexuales. Los esfuerzos más bien deben centrarse en la lucha contra la estigmatización que crea ambientes hostiles y violentos contra aquellos que son diferentes dentro de las sociedades heteronormativas, afirma la organización, que agrupa a los más importantes científicos sudafricanos.
La ASSAf añade que la criminalización de la homosexualidad impone restricciones legislativas sobre los deseos y prácticas sexuales, lo que vulnera los derechos humanos y ha provocado que las intervenciones de salud pública, en materia de prevención y tratamiento, sean difíciles de llevar a la práctica de manera efectiva, como en el caso del combate a la infección por el virus de inmunodeficiencia humana. La declaración completa.
Por otra parte, en un editorial que se distingue por su severidad, la revista inglesa Nature llama la atención sobre la distorsión del pensamiento científico que hacen algunas autoridades africanas, como el caso del presidente de Uganda, Yoweri Museveni, quien anunció que firmaría un decreto de ley antigay, luego que los expertos demostraron que no existe una relación entre la biología y ser gay. El razonamiento es el siguiente: la ciencia no puede decir que algunas personas nacen gays, y si no nacen de esta manera, la homosexualidad es un estilo de vida, por lo que los estados están en su derecho de criminalizar algunos comportamientos. Una forma rebuscada de distorsión científica en favor de la irracionalidad.
De ahí la importancia y el valor del estudio titulado Diversidad en la sexualidad humana: implicaciones para una política en África, realizado por las academias de ciencias de Sudáfrica y Uganda, pues examinan y dan a conocer, en un ambiente más que hostil, cuáles son realmente los datos científicos disponibles sobre la homosexualidad. Algunos de los puntos que destacan de esta indagación son los siguientes: a) no se pudo encontrar evidencia para apoyar la idea de que la orientación sexual se puede adquirir a través del contacto con personas lesbianas, gays, bisexuales, transgénero o intersexuales (LGBTI); b) se carece de evidencia para apoyar la idea de que la forma en que los padres crían a sus hijos, o las relaciones establecidas entre los niños y los padres, tengan impacto en la orientación sexual; c) no hay evidencia de que la orientación hacia personas del mismo sexo se puede cambiar a través de conversión
o terapia reparativa
; d) no hay evidencia que vincule a LGB, transgénero e intersexuales con el reclutamiento
de los jóvenes a través del abuso sexual en la infancia, y e) existe una clara evidencia de que los ambientes más represivos aumentan el estrés de minorías y repercuten negativamente en la salud LGBTI. El estudio completo.
Lo anterior muestra cómo existen en la actualidad ambientes de gran intolerancia (no sólo en África) y cómo la ciencia puede servir a las sociedades para avanzar hacia una mayor comprensión de la sexualidad humana, la cual se caracteriza por una gran diversidad, tanto biológica como de comportamientos sexuales.