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El brasileño arrebata al gladiador mexicano el título absoluto de la UFC

Caín Velásquez sucumbe ante Fabrício Werdum
Foto
Werdum y Caín, los protagonistas en la pelea estelar de la función de la UFCFoto Víctor Camacho
 
Periódico La Jornada
Domingo 14 de junio de 2015, p. a35

La respuesta de los aficionados mexicanos a las artes marciales mixtas es asombrosa. Anoche en la Arena de la Ciudad de México demostraron por qué el campeonato de la Ultimate Fighting Championship (UFC) es uno de los espectáculos deportivos con mayor crecimiento en el mundo.

Es la noche en la que Fabrício Werdum derrotó a Caín Velásquez con una guillotina por la vía de la sumisión en el tercero de cinco rounds, con lo que se apoderó del título absoluto de peso completo que ostentaba de forma interina.

Era un sueño estar aquí y pelear delante de todos ustedes. A la próxima vamos a ganar, dijo Caín tras el combate, a manera de disculpa ante los aficionados.

Quisiera agradecer a todos, respeto a Caín, agradezco a Brasil. Seguramente tendremos revancha, prometió Werdum.

En la segunda visita a México de la UFC, los fans locales parecían expertos. Conocían las marcas de los peleadores, dominaban el vocabulario técnico. Se emocionaban con los despliegues de las distintas disciplinas que exhiben los peleadores. El merchandising era afortunado, pululaban las camisetas con los rostros de Velásquez y Werdum, pero también las siglas del campeonato de artes marciales mixtas con mayor éxito deportivo y comercial en la última década.

Los peleadores mexicanos recibieron apoyo descomunal. Gabriel Benítez, en peso gallo, venció por decisión unánime al estadunidense Clay Collard. Después del combate está emocionado por abrir con una victoria en casa, aunque reconoció que le había costado, pues recibió varios golpes del oponente. Como sea, se llevó la victoria.

Pero después varios mexicanos perdieron de manera consecutiva. Augusto Montaño, por decisión unánime en peso welter ante el estadunidense Cathal Prended. El mexicano se sentía decepcionado luego de caer ante su público, y trató de mostrar orgullo en la derrota.

“Ganar o perder es una ilusión de niños. Yo soy un hombre y también estoy preparado para levantarme de esto –dijo después del combate–. Este deporte es como la vida real, no todo es ganar y ganar, y un hecho como el de hoy no me va a encasillar.”

El tamaulipeco Francisco Treviño también cayó por decisión unánime ante Johnny Case, quien lo derribó e impuso su mejor argumento de lucha a ras de lona. Los aficionados mexicanos entonces reconocieron la habilidad para someter al rival y lo apoyaron como si fuera un local.

Pero el más desafortunado fue Alejandro Diablito Pérez, quien perdió de manera dramática ante el estadunidense Patrick Williams, en peso gallo. Sólo resistió el embate de 10 segundos en el primer episodio. Williams salió feroz y asestó un recto de derecha que dejó descompuesto al mexicano. Sin dificultad el estadunidense lo sometió con una guillotina que dejó inconsciente al Diablito, quien tras la pelea no lograba entender qué había hecho mal.

Las cosas cambiaron cuando el sonorense Efraín Escudero logró revertir los resultados de los mexicanos. Como si repitiera el combate anterior, Escudero conectó un potente derechazo a Drew Dober, para luego someterlo con una guillotina para vencer por sumisión. Como en una revancha para los locales.

Más tarde, Henry Cejudo, estadunidense de origen mexicano, tuvo un combate complicado en tres episodios, en los que no pudo derribar a Chico Camus, con una excelente defensa, escurridizo y duro. Tres asaltos que transcurrieron con más intercambios de puños que agarres. Al final, Cejudo venció por decisión unánime en un combate que estuvo a punto de suspender por malestar estomacal.

Un taco de pescado me enfermó. No es que me sienta muy chilango, pero estuve a punto de renunciar a esta pelea. Estoy feliz y orgulloso de ganar en México.

El chihuahuense Yair Rodríguez dio un espectáculo de combate, con un arsenal variado de defensa y ataque, con el que venció por decisión dividida a Charles Rosa. Un pleito sangriento, donde Rodríguez atacaba con combinaciones de patadas a la cabeza, con el taekwondo como arma secreta, un veloz boxeo, y hábil lucha en piso. Rosa fue un rival rudo, que a pesar de sangrar por los repetidos codazos que le asestó Yair, no dejó de buscar los derribos para sacar lo mejor de su repertorio. El tercer asalto fue disputado, con intercambio de puños, patadas y un complejo duelo de llaves.