Ninguna generación se ha formado sin tener presentes los personajes únicos de las películas de Ismael Rodríguez (19 de octubre de 1997-17 de agosto de 2004). Son parte del ideario mexicano y yo creo que así como podemos hablar de los grandes escritores, de los grandes narradores del siglo XX, en la creación de personajes Ismael ocupa un lugar único y especial, expresó el pasado martes el presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), Rafael Tovar y de Teresa, durante el homenaje al cineasta que filmó 60 películas y forjó en gran medida esa abstracción histórica existosa que se llamó epoca de oro del cine mexicano.

Así somos, tal es el comentario que le hace un mexicano a otro al acabar de ver cintas como Pepe El Toro, Nosotros los pobres, Los tres García, Dos tipos de cuidado, ¿Qué te ha dado esa mujer? y tantas otras que calan en el alma.

Como primer acto del homenaje, Xanath Rodríguez, hija del homenajeado, develó con sus hermanos, Cuitláhuac, Tizoc e Ismael, la placa con la que se impone el nombre de su padre a la sala 8 de la Cineteca Nacional. Tonatiuh, el otro hermano, falleció.

Editan el libro Memorias

Ya dentro de la sala, Alejandro Pelayo, director de la Cineteca Nacional, informó que como parte del tributo se proyectarán nueve de las obras dirigidas por Rodríguez, en un periodo que abarca hasta el 13 de junio. También, añadió, se editó el libro Memorias, consistente en una serie de entrevistas realizadas por Héctor García. Es editado por la Dirección General de Publicaciones del Conaculta. También quedó abierta al público la exposición Cámara... ¡Acción! Ismael Rodríguez: una vida en el cine, con fotogramas de las cintas que forman parte del sentimiento de un pueblo, como la de Pedro Infante caracterizado como El Torito y cantando con Blanca Estela Pavón y Evita Muñoz Chachita la inmortal Amorcito, corazón, de Manuel Esperón y Pedro de Urdimalas.

Pelayo destacó que antes de distinguirse como director, Rodríguez conoció todas las ramas del oficio fílmico, desde la escritura del guión hasta el manejo de la cámara. Este conocimiento le otorgó la experiencia necesaria para trascender con un estilo propio, con el cual trazó escenarios y personajes que hoy son clásicos del cine mexicano.

El libro Memorias, dijo, es el recuento autobiográfico más acabado sobre el director. Relata las condiciones de censura de una época autoritaria y rinde un homenaje lúcido a aquellos que como Frank Capra impulsaron su carrera y contribuyeron a definir su estilo.

Se proyectó un video que rescata una entrevista con Ismael Rodríguez realizada en el Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine), en 1993, dentro de su programa Memoria del cine mexicano, con la participación de Ricardo Rocha como entrevistador; la selección de imágenes estuvo a cargo de Antonio de la Riva.

Hombre espontáneo y de gran agudeza

Los familiares y amigos cercanos al cineasta fallecido en 2004 hicieron suya la noche del homenaje póstumo. Tovar y de Teresa hizo referencia al libro Memorias: Se trata de la mirada de un hombre espontáneo, de un hombre de gracia y profundamente inteligente que entendió el momento que vivía México y cuál era el cine que el público deseaba y, por otra parte, qué era lo que se debía plasmar de ese México en el cine (...) sus memorias son un documento único por su agudeza y su inteligencia.

También hablaron el hijo del director, Ismael Rodríguez Jr, el cineasta Juan Antonio de la Riva y la actriz Irma Dorantes, quien compartió con los asistentes algunos de los recuerdos más preciados que tiene de Ismael Rodríguez, entre ellos la oportunidad de conocer al que sería su esposo, el actor Pedro Infante. Me dio el papel más importante de mi vida, precisó, refiriéndose a ser la esposa de Infante.

Luego de definirlo como el cineasta que supo tocar los más íntimos sentimientos del pueblo, la actriz evocó la estrecha relación entre su fallecido esposo y el director que lo convirtió en el actor más querido de México: Decir Ismael Rodríguez es decir Pedro Infante. Una mancuerna indestructible, eran casi hermanos, tan distintos y tan semejantes (...) Ismael era de poco hablar, muy inquieto. A veces lo podía uno encontrar en los pasillos de los estudios hablando solo, imaginando algunos de esos maravillosos guiones que junto con Pedro convertirían en un éxito seguro.

Una travesura

Al proyectarse una edición de Juan Antonio de la Riva de una antigua entrevista con Ismael Rodríguez mezclada con la participación de Ricardo Rocha, Alejandro Pelayo definió lo visto como una travesura como las que tanto acostumbraba hacer don Ismael Rodríguez.

Seleccionada por la Cineteca Nacional, la muestra de nueve largometrajes se proyectará en la sala 9 Juan Bustillo Oro, e incluye títulos como La oveja negra (1949), Los tres García (1946) y Ánimas Trujano (1961).

En el coctel, familiares, amigos y cinéfilos comentaban anécdotas de Ismael Rodríguez, como la ocasión en que se le permitió dar el claquetazo para la siguiente toma, en la que estaba tan nervioso que le falló el cálculo y lo dio sobre la nariz del protagonista. Era alburero, pero no grosero. Hasta poeta. Hizo una composición divertida llamada Chocolate, dedicada a una joven con calores que le subían por las piernas.

Irma Dorantes dijo que en su momento la pelea de box entre los personajes de Pedro Infante y Wolf Ruvinskis fue considerada la mejor del mundo, hasta entonces.

María Victoria recordó la vez en que actuó en la XEW con Pedro Infante. Pedro tenía un compromiso y no podía irse porque había una muchedumbre esperándolo. Ya me voy. ¡Total, que me arranquen la ropa! Todo se lo debo a ellos. María le dijo que él sí podía hacer eso, pero ella no, porque no llevaba ni calzones, porque toda ropa interior se marca, y ella tenía que lucir lisita. Para volver al cine tendría que surgir alguien como Ismael Rodríguez, expresó.