Cultura
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Eddy Bellenguele, opera prima del joven autor, donde aborda la discriminación que sufrió

Édouard Louis hizo visible la violencia y sorprendió a Francia

Por ser homosexual, desde niño fue perseguido por el lumpen proletariado donde creció

La obra desconcertó en su país, pero a mí me causó asombro su asombro

Dice que la literatura debe hablar de los que no se ven

Ahora escribe sobre el racismo en los barrios periféricos de París

Corresponsal
Periódico La Jornada
Lunes 1º de junio de 2015, p. 6

Madrid.

Édouard Louis es un joven autor francés que en su primera novela escribió la historia de su infancia y adolescencia. En un pequeño pueblo de la Picardía, en el norte de Francia, creció en el seno de una familia pobre, ignorante, severa y hasta cruel. Y sufrió, por su homosexualidad, vejaciones, golpizas y crueles burlas, tanto de su familia como de la sociedad en la que creció, a la cual califica de lumpen proletariado, que está en los márgenes de la pobreza, los pobres de los pobres.

Eddy Belleguele (Salamandra) fue la novela revelación de Francia el año pasado; no sólo se convirtió en fenómeno editorial –con más de 200 mil ejemplares vendidos–, sino también en motivo de elogio de la crítica y la academia, por su estilo directo, por su lenguaje claro y crudo, pero, sobre todo, por la historia que encierran sus páginas. Su historia también ha sacudido a una sociedad, la francesa, que creía había superado persecuciones y vejaciones como las que sufrió el escritor y personaje de la novela.

En Francia, mucha gente se sorprendió de mi libro, pero a mí me causaba asombro el asombro ajeno. Uno de los principios fundamentales de la violencia, sea social, contra las mujeres o contra los homosexuales, es que es invisible. Y cuando las palabras la hacen visible se produce la sorpresa, señaló en entrevista con La Jornada.

Édouard Louis decidió abandonar su casa y su pueblo con 18 años. Harto de la violencia física y verbal que lo atormentó desde pequeño. En el momento en que decidió hacer las maletas y dejar atrás ese infierno de lumpen proletariado también se despojó de su propio nombre, Eddy Bellenguele, y se convirtió en la persona que es ahora. Un escritor refinado y culto.

De niño no escribía nada. No tenía deseos de hacerlo. Eso llegó mucho más tarde. En mi infancia acumulé conocimientos por la memoria y de repente me di cuenta de que había llegado un momento en que necesitaba exteriorizarlo. Cuando empecé a leer me di cuenta de que el mundo de mi infancia estaba ausente de la literatura. Era invisible y me pregunté por qué la literatura excluía ese mundo para afirmarse legítimamente como literatura, que hacía que la literatura excluyera ese mundo, mi mundo. Cuando se habla de negros, de mujeres o de homosexuales inmediatamente parece que esa literatura es arrinconada a la categoría de testimonio.

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Eddy Bellenguele es el nombre que le pusieron sus padres, del cual se despojó cuando hizo sus maletas y dejó el infierno de violencia y malos tratos, a los 18 años. Desde entonces se llama Édouard LouisFoto John Foley

La amistad como laboratorio para crearse

Sobre el momento en que decidió enterrar el nombre con el que creció, el autor explicó que se dio cuenta de que un nombre no es solamente una sucesión se sonidos, de sílabas, sino que es una historia. Bellenguele significaba mi pobreza, el hecho de ser mariquita, y yo no quería continuar arrastrando esa historia. Fue una invención necesaria. Yo me llamo Édouard Louis, así que convertí Louis en un apellido y quité el nombre de la familia. Además, Louis es el nombre de mi mejor amigo. Al elegir ese nombre, me inscribo en una tradición de la amistad como modo de vida, algo muy importante para los que han escapado de mi medio social. Foucault habla mucho de esto: la amistad como un laboratorio para crearse.

Édouard Louis ahora está escribiendo un libro sobre la violencia racista en los barrios periféricos de París. El objetivo de la literatura es hablar de los invisibles y no repetir el mundo, lo que ya vemos. Tengo la convicción de que la verdad de nuestro mundo se encuentra en los márgenes, la verdad de la sociedad está en aquellos que la sociedad excluye, en esa frontera entre lo que es, por ejemplo, francés de lo que no lo es. Foucault decía que cada vez que se habla de la razón se excluye al loco. Cada vez que afirmamos algo excluimos otras cosas. Y la verdad está en lo que es excluido. A mí me interesa hablar de eso y eso puede ser tanto el lumpen proletariado del pueblo o los inmigrantes argelinos que hay en Francia.