El encuentro comienza su segunda semana sin merma de ánimo
Domingo 31 de mayo de 2015, p. 6
La Habana.
La 12 Bienal de La Habana entró en su segunda semana sin que merme el interés del público por salir a las calles a toparse con diversas modalidades de arte.
Las obras salieron de sus reductos habituales, como museos y galerías, para adueñarse de esquinas, edificaciones, aceras y las calles, para hacer del arte algo cotidiano y de impacto social.
Asimismo, el aspirante a artista y el consagrado se someten por igual a la picota pública, algunos arriesgándolo todo, otros con nada que perder, salvo tiempo, pero esperando dar de qué hablar.
En particular, el Malecón habanero es mucho más transitado gracias al proyecto Detrás del Muro, que ha sembrado obras de toda índole desde La Punta hasta la pista de patinaje junto al Parque Maceo.
Cubanos y extranjeros, personas de disímiles generaciones, transitan por esa vía o acuden a ella por motivos que van desde la diversión y el entretenimiento hasta la necesidad espiritual de mirar el mar, ver una puesta de sol, encontrar serenidad, buscar recuerdos, llorar penas.
En el Malecón se crean ambientes muy curiosos de día y de noche, por eso propongo múltiples miradas hacia un contexto dado desde la pintura, la escultura, la instalación y el videoarte.
Roberto Fabelo, leyenda viva de la plástica contemporánea en Cuba, instaló ahí su escultura Delicatessen; además, abrió la exposición Persistencia, en la galería Artis 718.
Los asistentes coinciden en valorar esta muestra como fruto de la madurez del creador, de su vitalidad e implicación con las hornadas de artistas emergentes.
El propio Fabelo afirmó que estas obras tributan al deseo humano de lograr el sustento cotidiano con honestidad, persistir en sus utopías y denunciar el inevitable lado oscuro de cada cual.
Por su parte, la artista cubana de la plástica Isis de Lázaro comparte su estudio personal con creadores de España, Argentina y Cuba para ofrecer diversas perspectivas también sobre el Malecón habanero, la más célebre avenida del litoral cubano, transformado en su apariencia desde el pasado 22 de mayo.
Más de 50 proyectos tienen lugar en esa calle, pero De Lázaro propuso a un grupo de colegas adentrarse en el mundo interior, la visión de cada personaje que transita por esa realidad.
Los cubanos Jobana Martínez, Flor de Paz de Lázaro y Gizéh Rangel de Lázaro insertaron sus creaciones en ese proyecto desarrollado en el Estudio Espacio Mínimo, en el barrio habanero del Vedado.
Con ellos comparten ese escenario la argentina Beatriz Gerenstein y las españolas Ángeles Saura, Pilar Manuela Soto, Olga Sánchez y Montserrat Ansótegui, todas, felices de participar en la presente edición de la Bienal.
Al proyecto logrado lo llaman detector de naturalezas humanas, por la cantidad de sutilezas que captan entre todos.
Mientras Saura deleita al espectador con la foto de la sombra de un caballo sobre unas margaritas, Gerenstein reflexiona sobre Lo viejo y lo nuevo con una escultura homónima en bronce.
A la española le encanta trabajar con sombras, porque difuminan la edad y los rasgos físicos. A su vez, a la argentina la línea temática de su obra le pareció en sintonía con el Malecón, un litoral donde conviven múltiples herencias y lo nuevo en puja por abrirse paso.
Además, muchas de las labores acontecidas actualmente en esa popular avenida cubana son reconstrucciones y de por sí toda restauración mezcla lo viejo con lo nuevo, dijo Gerenstein.