Santiago.

De hecho irracional, intolerante y brutal calificó la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, el asesinato de dos estudiantes de una universidad privada en Valparaíso, cometido el jueves por un joven de 20 años en el contexto de marchas que se realizaron en varias ciudades del país para pedir mayor injerencia en la reforma educativa que impulsa el gobierno.

Bachelet lamentó y condenó el homicidio de los dos jóvenes, que también tildó de absolutamente injustificado. Reiteró el compromiso del gobierno para impartir justicia y aclarar la ejecución. Adelantó que ya solicitó la designación de un fiscal especial para que esclarezca a la brevedad el crimen.

El doble asesinato se produjo durante la marcha en Valparaíso, cuando Exequiel Borbarán Salinas, de 18 años, y Diego Guzmán Farías, de 24, este último dirigente de las Juventudes Comunistas, realizaban pintas en las paredes de una vivienda, cuyo dueño los increpó y después su hijo salió y les disparó.

El acusado, detenido el mismo jueves, intentó negar el crimen, pero la pistola de alto poder que la policía halló en su domicilio tiene sus huellas. Además, existe concordancia entre los proyectiles encontrados en el cuerpo de las víctimas y las de esa arma.

Un juez de garantía formalizó hoy la detención del presunto asesino. Se trata de Giusseppe Briganti Weber, de 20 años, quien tiene antecedentes criminales y fue ingresado al tribunal en medio de manifestaciones de repudio de unos 200 jóvenes, algunos de los cuales portaban banderas del Partido Comunista.

Tras las multitudinarias movilizaciones del jueves, que en Santiago congregaron a más de 150 mil personas, según dirigentes universitarios, que concluyeron con 132 detenidos y dos heridos, se realizaron velatones en varias urbes del país, ceremonias en las que se encienden cirios para recordar a las víctimas.

La jerarquía católica, el Consejo de Rectores Universitarios, el Colegio de Profesores, la mayoría de los partidos políticos y diversos organismos sociales, así como el representante de la Presidencia en la región de Valparaíso, el intendente Ricardo Bravo, condenaron esta verdadera tragedia.

Es resultado de la violencia latente en la sociedad chilena, señaló el dirigente estudiantil secundario Rodolfo Paredes, quien afirmó que se trata de las repercusiones tardías de la barbarie que implantó más de 16 años la dictadura militar de Augusto Pinochet, entre 1973 y 1990.

(Con información de agencias)