Xalapa, Ver.

Los dramaturgos, escenógrafos y actores hacemos teatro por el placer de hacerlo, dice Humberto Robles de León, ganador del primer Premio Nacional de Dramaturgia Emilio Carballido, por su obra por La noche que jamás existió.

La finalidad es difundir lo que escribimos, nuestras ideas, lo que proponemos. Si uno quisiera ganar dinero, no estaría en el teatro, sino en otros negocios más interesantes, afirma.

Robles de León impulsa sus proyectos de teatro sin becas ni apoyos de instituciones oficiales. Asimismo, posiciona temas de interés social, como las mujeres víctimas de la violencia en Ciudad Juárez.

El galardón que recibió, afirma, es un mensaje para los jóvenes creadores, de que a pesar de un entorno complicado “es posible, sin becas y sin apoyos institucionales, hacer teatro.

Hay que salir a repartir volantes de las obras, volver a ser cómicos de la legua. Eso es parte del amor por el teatro. No rendirse y talonearle.

Si en el proceso creativo hay errores, aceptemos la crítica y seamos muy autocríticos. Se trata de trabajar, no de sacar obras a destajo. Debemos presentarlas bien escritas y tener claro a quién se dirigen.

Difícil, hacer teatro en el país

Humberto Robles, autor de Frida Kahlo: viva la vida y Leonardo y la máquina de volar, reconoce que México, como muchas otras partes del mundo, es un lugar adverso para el teatro independiente. Sin embargo, aclara que esto ha sido siempre así y no significa que el proceso creativo se haya detenido.

Las personas casi no van al teatro, pues hay otros medios de entretenimiento. Se llena el teatro de muchas porquerías y ya no lo quieren ver; o, por el contrario pagan por ver esas porquerías.

Además, el teatro independiente tiene poca difusión, sale muy caro contratar espacios, anuncios, tienen que repartir volantes los directores, los actores. Y cuando lo llenas como puedes, aun así no acabas de ganar para vivir.

Así ha sido, dice Robles, y cita el caso de Víctor Hugo Rascón Banda (1948-2008), quien trabajaba en un banco y en sus ratos de ocio escribía teatro.

El teatro se hace no por la ganancia, sino por el placer. Y cuando naces para algo, lo vas a hacer a pesar de todo.

Durante la entrevista, confirma que una parte del estúmulo económico que recibió será donado a organizaciones en lucha y resistencia, como Nuestras Hijas de Regreso a Casa, con quienes ha colaborado por muchos años; al Fideicomiso por la Salud de los Niños Indígenas de México y al Comité Cerezo.

Esto es un premio, pero también un regalo. El galardón se duplicó y creo que es un buen momento para solidarizarme. He estado en marchas, manifestaciones, pero si ahora puedo apoyar con dinero, está genial. Sé que ellos lo van a aprovechar.

Robles de León cree que “cuando un arte se dice sin partido es parte del opresor.

Hay falta de solidaridad social, no se apoyan causas ni demandas. Me critican porque mis obras son panfletarias, pero si lo son o no, es lo de menos. Hay que montarlas, decir cosas. Salir a la calle y si la mía te parece panfletaria, haz la propia.

El día que recibió el premio Emilio Carballido, antes de concluir su intervención, envió un mensaje de solidaridad a las familias de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa, Guerrero.

El caso de Ayotzinapa es una mecha prendida, se han hecho representaciones y se acaba de editar un cedé con poesía. Esta es la gota que derramó el vaso y por fin los artistas voltean a lo social.