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Algo sabroso en un lugar barato se compara con la adicción a las drogas y el trauma físico, dicen

El lujo de un restaurante caro, asociado al placer sexual; ensalzan la pastelería orgásmica

Relacionarlo con las citas románticas podría ser una de las causas, explican científicos

The Independent
Periódico La Jornada
Jueves 19 de febrero de 2015, p. 9

Las personas asocian el lujo de un restaurante caro con el placer sexual, mientras comer algo sabroso en un lugar barato se compara más bien con la adicción a las drogas y el trauma físico, descubrieron científicos.

Los comensales en restaurantes de lujo ensalzan la pastelería orgásmica y el “foie-grass seductoramente dorado”, en tanto parroquianos de establecimientos menos saludables justifican sus elecciones de comida afirmando que “las papas fritas son como el crack” o que ellos son adictos a las alitas.

Los hallazgos provienen de un análisis del lenguaje de más de 900 mil reseñas en línea de 6 mil 500 restaurantes en siete ciudades de Estados Unidos. El estudio comparó las palabras utilizadas al dar reseñas buenas y malas, según el número de estrellas concedidas a un restaurante.

Sensual, sexy...

Mientras más caro el restaurante, más probable es que se describa la comida en términos de sexo, señaló Dan Jurafsky, profesor de lingüística de la Universidad de Stanford, ante asistentes a la convención anual de la Asociación Estadunidense para el Avance de la Ciencia en San José, California.

“Si a uno le gusta un restaurante muy caro, utiliza palabras como ‘orgásmico’, ‘sensual’, ‘sexy’, y mi frase favorita fue: ‘una sumamente perversa panza de cerdo estilo filipino’”, comentó el profesor Jurafsky.

“No tenemos una respuesta convincente de por qué ocurre así. Podría ser que asociemos las citas románticas con los restaurantes caros. Tanto hombres como mujeres usaron el lenguaje del sexo en esos restaurantes.

“En contraste, las palabras usadas para describir restaurantes más baratos eran más bien ‘antojo’, ‘drogas’, ‘crack’ y ‘heroína’. Cuando las personas hablan de comida barata –papas fritas, pizza o chocolate– emplean el lenguaje de las drogas”, dijo Jurafsky en la sesión.

“Al decir que uno es ‘adicto’ o que se le ‘antoja’ tal comida, en realidad convierte a la comida en el agente: no es mi culpa si me veo forzado a comer algo; soy adicto a ello.

Las mujeres son más proclives a describir la comida como una adicción. Es interesante que los hombres más bien usan el lenguaje del trauma en sus reseñas de restaurantes de una estrella, añadió.

“El trauma de una mala experiencia es comunicado mediante el uso del pronombre en plural, como ‘nosotros’ o ‘nuestro’, que enfatiza la naturaleza colectiva de la experiencia”, precisó el profesor.

El lenguaje de las reseñas de una sola estrella es muy específico, por ejemplo al usar el tiempo pretérito en vez del presente. Usan muchos pronombres y mencionan a otras personas, añadió.

Literatura científica anterior ha mostrado que ese uso del lenguaje es característico de personas que escriben después de sufrir un trauma, apuntó. “Se distancian del suceso poniéndolo en pretérito, y utilizan el plural para mostrar que les ocurrió algo malo como grupo y que van a salir de ello juntos.

La idea de superar colectivamente el sufrimiento está en esas reseñas de una estrella. No hablan de la comida, sino que recuerdan un pequeño trauma que les sucedió, sostuvo.

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya