Opinión
Ver día anteriorMartes 17 de febrero de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Ciudad Perdida

Elección de candidatos en el PRD

Impera la ley chucha

La lucha azteca en el DF

E

l mensaje es claro: el PRD tiene dueño, el chuchinero cobró completa la factura que se le debía por los favores prestados y la complicidad en aquello que se llamó Pacto por México, que tanto daño ha hecho al país.

El domingo pasado terminó la transacción. Como el criminal que asesina con la carta de impunidad en la hoja de la navaja, porque el crimen lo ordenó el poder: Nueva Izquierda. Es decir, los chuchos pasaron por sobre las otras corrientes para imponer sus intereses en cada una de las posiciones que se repartieron entre ellos.

Y no, no se trata, como siempre se hizo en el PRD, del reparto equitativo entre las fuerzas que interactúan en esa organización, sino de hacer valer la fuerza que les otorgó la traición. Por eso en el paquete de candidatos plurinominales que irán a la Cámara de Diputados no cabían más que los chuchos y sus compinches de ADN, otra corriente entreguista, liderada por Héctor Bautista. En términos reales, nadie más.

Sin embargo, es tanta la prepotencia en las filas de Nueva Izquierda, que no importa que en el horizonte se miren nueva escisiones. Están convencidos de que siempre estarán apoyados por Los Pinos, aunque tienen en su saber que el que a traición vive, a traición muere. La lista de quienes componen el paquete de los pluris promete uno de los perfiles más bajos que ha presentado el PRD en toda su historia, pero asegura que esos serán quienes cuiden sus intereses, aunque sea por el momento.

Y ahora viene el DF. El próximo fin de semana se tendrán que definir los nombres de quienes competirán por las diputaciones locales y las 16 delegaciones, y si bien en lo formal el jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, no puede intervenir de ninguna manera porque no es militante del PRD, el que sí está bien metido es Héctor Serrano, que no tendría por que bajarse al chuchinero, aunque el combate por el DF podría darse de formas muy diferentes a lo que pasó el domingo anterior.

Se atenderán primero las recomendaciones del jefe de Gobierno, sin ningún agregado, que pondrá Serrano sobre la mesa, y después tendría que darse la palabra a René Bejarano y su grupo, que sigue siendo el más fuerte si se considera tribu contra tribu, sin aliados. El gobierno de la ciudad y el mismo Mancera no tienen por qué cargar con el desprestigio de los chuchos; por el contrario, la fuerza política que se ha desplegado desde la jefatura de Gobierno no tiene por qué exponerse a una traición tipo los chuchos, que no respetan nada si de sus intereses –los de los pocos que deciden, claro está– se trata.

Hay quienes aseguran que el perversor Bejarano desplegará toda su paciencia para esperar lo que suceda el próximo fin de semana, y todo indica que no aceptará un chuchinero como el del domingo pasado. Y en caso de que se ignorara su fuerza, estaría presto a hacer maletas para emigrar a otros terrenos de la contienda partidista.

En otras alas del perredismo se hacen cuentas, se amarran decisiones y se aplican medidas precautorias para contrarrestar lo que podría llamarse un nuevo ataque contra las tribus. La lista de los que no deberían competir, y si compiten habrán de perder, la tiene clara Héctor Serrano, y a ese funcionario no le gusta apostar, juega sobre seguro. Ya lo verán.

De pasadita

El PRI, que no encuentra mujeres que quieran portar su bandera en estas elecciones, ha hecho lo conducente y ya reservó para sus testaferros cuando menos seis delegaciones en las que no tiene candidata. La lista la encabezan Benito Juárez –aunque allí ya tiene candidato–, Cuajimalpa, Iztacalco, Miguel Hidalgo, Tláhuac y Xochimilco.

Aunque el chuchinero perredista ha alentado los muy bajos ánimos del priísmo, se espera que cuando menos se lancen cuatro o cinco nombres para las candidaturas de algunas delegaciones que sí quiere ganar. Lo malo para todos los partidos es que 30 por ciento del electorado es gente de 18 a 29 años –25 millones de votantes– y están cansados de mirar que las elecciones son otra opereta política y nada más.