El Museo Thyssen-Bornemisza monta la primera gran retrospectiva del artista francés
He hallado lo esencial de mi pintura en el camino y en la búsqueda; es eso lo que otorga a mi obra ese aire de divagación que se le podría reprochar
, escribió en sus memorias
Martes 17 de febrero de 2015, p. 5
Madrid.
La obra de Raoul Dufy (1877-1953) fue infravalorada debido a la personalidad del pintor francés, un hedonista, pues aunque su vida estuvo plagada de desgracias y atropellos siempre intentó plasmar optimismo en sus trabajos.
Ahora, más de 60 años después de su muerte, hay una nueva forma de mirar su arte polifacético y experimental, pues lo mismo trabajaba con la luz y el color utilizando fórmulas químicas inéditas hasta sus obras inspiradas en la música de Bach, en plena introspección de su madurez.
El Museo Thyssen-Bornemisza, en la capital española, presenta la primera gran retrospectiva del peculiar pintor francés, que ofrece una visión cronológica e integral de las principales etapas de su vida artística.
La muestra parte de las cuatro obras que posee la pinacoteca madrileña, pero a partir de ahí consiguieron reunir 93 procedentes de colecciones privadas y museos, como el de Arte Moderno de la Villa de París; la National Gallery, de Washington; la Tate, de Londres, y el Centro Pompidou, de la capital francesa. La mayoría son óleos, aunque también hay dibujos, acuarelas, grabados, telas y cerámicas.
La exposición Raoul Dufy se inicia con una muestra de las piezas más importantes de su etapa impresionista, inspirado en las ensoñaciones de Monet y Pisarro, y en el encantamiento de Matisse. El mismo Dufy lo recuerda en un pasaje de sus memorias: Ese método de calcar la naturaleza me llevaba hasta el infinito, hasta los meandros, hasta los detalles más menudos, los más fugaces. Y yo me quedaba fuera del cuadro
.
La exposición traza de forma cronológica el desarrollo del lenguaje personal de Dufy con cuatro apartados desde los primeros años (Del impresionismo al fauvismo), cuando renunció a reproducir la naturaleza de una manera fiel e, incansable, buscó interpretarla desde la lírica para despertar emociones a través del color.
Respeto a los medios plásticos
El viaje por el universo de Dufy sigue con la época en que se acercó al cubismo (periodo constructivo), siempre ensayando su lenguaje, poniendo a prueba la capacidad comunicativa del color en obras como La gran bañista (1914). Los ejemplos de estampado de tejidos y ornamentación de cerámicas (Decoraciones) son precisamente un campo idóneo para experimentar con el color.
El negro gana presencia en las obras, juega de modo arriesgado con la luz, Y, finalmente, termina con su etapa de madurez (La luz de los colores), en la que el museo exhibe ejemplos que revelan cómo Dufy representó a modo de autobiografía recuerdos, tradiciones, vivencias y mostró su apego a la música y su admiración e inspiración en Bach, que representa con un violín.
El comisario Juan Ángel López-Manzanares explicó que atraído como pocos por la belleza, Dufy supo dar a la realidad que le rodeaba expresión interiorizada y completamente personal, en la que el respeto a los medios plásticos siempre prevalece frente a la simple transcripción literal
.
Al respecto, se recuerda otro fragmento de sus escritos: He hallado lo esencial de mi pintura en el camino y en la búsqueda; es eso lo que otorga a mi obra ese aire de divagación que se le podría reprochar, pero siempre he preferido el estudio y el análisis al establecimiento y la explotación de una fórmula
.
La exposición Raoul Dufy terminará el 17 de mayo.