Partir sin irse
veces la vida, sorprendida de ser descubierta en todo su misterio por un espíritu fluyente y evolucionado, decide llevárselo antes del tiempo lógico, y lo que es profundo dolor para los seres queridos que deja, resulta un regalo para quien ha partido hacia horizontes más claros, acordes con sus actitudes, me atreví a decirle a una valiente madre en desafiante duelo, cuyo hijo de 40 años falleció de un infarto, dejando amorosa huella en cuantos lo conocieron y cuyos pensamientos fueron recogidos en un bello cuaderno, algunos de los cuales comparto con los lectores.
Alfredo, nos has dejado un gran vacío que nunca se llenará, pero nos dejas también una moraleja: hay que aprovechar la vida. Tu familia se tiene que sentir muy orgullosa de la magnífica persona que eras... Querido, te acabas de ir y no sabes lo muchísimo que te echo de menos, no sé qué vamos a hacer sin ti. Qué suertudos los que puedan disfrutar ahora de tu sonrisa y tu alegría... Carisma, autenticidad, alegría y optimismo. Sonreiré cada día recordándote. Siempre con nosotros un pedacito de tu enorme corazón... Enorme el placer de conocerte, infinito el dolor de tu ausencia... Tu inolvidable sonrisa permanecerá por siempre entre nosotros... Gracias por compartir tu alegría, tus bromas, tu carácter afable y conciliador... Sólo tengo recuerdos bellos y pensamientos buenos de tu persona, almas como la tuya son eternas y felices... Gracias por mostrarme también el amor a los animales... Gran persona, gran jefe, gran compañero... Siempre en el recuerdo la alegría que supiste transmitirnos... Que difícil encontrar personas como tú, me dejas llena de sueños y huérfana de tu sonrisa... Gracias por tu apoyo hasta cuando no me dejaba apoyar... Me ayudaste y alegraste los días; sigue cuidándonos desde allí... Nos conocías a todos y sabías cómo animarnos... Gracias por todo lo que nos diste y nos enseñaste; que donde estés encuentres la luz y la paz... Gracias por tu generosidad y amistad, por alegrarme cada día de trabajo, cuidarme y quererme tanto... Es difícil asimilar que ya no estás, me quedo con tu sonrisa franca y limpia y tu disposición a ayudar y a motivarnos con honestidad y compromiso... Fuiste un auténtico referente de vida, por lo que creo firmemente que has tenido tu recompensa... Eres la mejor persona que conocí; me devolviste la esperanza de volver a creer en mí y en la gente... ¡Descansa en paz, compañero del alma!