uando el hidalgo caballero Don Quijote de la Mancha vio los molinos de viento no dudó en desafiarlos mientras le hacía notar a su fiel escudero la presencia de esos monstruos gigantescos. Sancho le dijo que se trataba solamente de inocentes molinos de viento.
Si Don Quijote cabalgara hoy por Latinoamérica, al llegar al Istmo de Tehuantepec se asombraría aún más: los gigantes no sólo se han multiplicado, sino que son mayores y han tomado forma espigada. Es de suponer que tan ilustre visitante tendría la compañía de algún político, tal vez panzón, que seguramente le diría, al igual que Sancho, que sólo se trata de inocentes molinos de viento.
No se trata de juzgar a los molinos, sino a los operadores de estos gigantes. De las eólicas europeas, conocemos sus nombres. La que desde un lugar sórdido y casi en el anonimato se embolsa millones con los parques eólicos en el istmo es el consorcio alemán Siemens.
Siemens es uno de los grandes jugadores de la globalización capitalista. Según su presentación en la página web de Siemens Mesoamérica, el conglomerado está presente en más de 190 países y sus colaboradores, así llaman ahora a los trabajadores, superan los 400 mil. La empresa fue fundada en 1847 por Werner von Siemens y está presente en México desde hace más de 120 años.
En términos de plata, en 2013 facturó 76 mil 651 mil millones de euros, superando así el producto interno bruto de países como Ecuador, Uruguay, Guatemala y Costa Rica.
De su participación en parques eólicos, los directivos de la empresa se excusan argumentando que sólo hacen la interconexión de las turbinas
y dos subestaciones. Pretendiendo de esta manera eximirse de la responsabilidad ante las violaciones de derechos humanos cometidas en nombre del progreso y, según dicen, también para frenar el cambio climático.
¿Por qué Siemens tiene que disculparse por hacer sólo el cableado
de los parques en cuestión? Esta excusa es como si Heckler y Koch, quisiera eludir su responsabilidad ante el ataque contra estudiantes en Guerrero diciendo que ellos sólo producen los fusiles y lo que mató e hirió a los normalistas fueron balas.
Aunado a lo anterior, según su presentación en línea, una de las metas de la empresa es, además de incrementar el valor de la misma –está claro-, impulsar el desarrollo sostenible y aumentar la calidad de vida de las personas. Y es que Siemens es miembro del Pacto Global, una iniciativa de la ONU para fomentar la responsabilidad empresarial y los derechos humanos; una plataforma en la que las propias compañías se ponen códigos de ética laxos por medio de los cuales pretenden respetar los derechos humanos y aun así no siempre cumplen.
Siemens tiene registrada su participación en los proyectos eólicos como como Mecanismos de Desarrollo Limpio (MDL). De ser cierto debería someter dichos proyectos a una consulta previa, de buena fe, libre, informada y culturalmente adecuada, como lo estipula la convención 169 de la Organización Internacional del Trabajo. Hasta el momento no se ha realizado ninguna consulta en esos términos. Hay sólo una iniciativa para llevar a cabo una consulta por el parque en Juchitán. Esto significa que los proyectos en los que participa el gigante alemán en la zona no deberían llevar –aún– el sello de MDL.
Si Don Quijote cabalgara esas tierras vería que los gigantes se han camuflado, a veces tienen forma de presas hidroeléctricas, otras de centrales nucleares, otras de trenes. Una cosa en común tienen estos gigantes modernos: todos presumen su inocencia y dicen estar ahí para fomentar el desarrollo y mejorar la calidad de vida de las personas en su entorno. Y como Don Quijote es muy observador, seguro encontraría un detalle idéntico en todos esos gigantes aparentemente tan diversos. En algún lugar, bien escondida, vería una plaquita con siete letras verdes: Siemens.
Esa misma placa la podría ver en la presa de Agua Zarca, sobre el río Gualcarque en Honduras, que ha tenido como consecuencia la persecución del pueblo Lenca; también en el proyecto hidroeléctrico Belo Monte, en la Amazonia brasileña. Además, no se puede obviar la cooperación de Siemens con las dictaduras del Cono Sur. Y hablando de dictaduras, justo hace 120 años cuando llegaba Siemens a México gobernaba uno al que los nostálgicos llaman Don Porfirio.
El próximo martes se reunirán los accionistas de Siemens en Munich, allí una coalición de organizaciones defenderemos una moción contra la aprobación de la gestión de la directiva. Es importante, que se envié una señal para que las violaciones a los derechos humanos no sigan sucediendo... porque sí, porque se puede.
*Oficina Ecuménica por la Paz y la Justicia, Munich, Alemania