El catedrático persistía en la vigencia del marxismo como alternativa al capitalismo opresor
Fue autor de aportaciones fundamentales a la utópica construcción de un socialismo humano, libre y democrático
En septiembre diversas instituciones realizarán actividades en su honor
Viernes 9 de enero de 2015, p. 2
No se puede vivir sin metas, sueños, ilusiones o ideales; es decir, sin tratar de rebasar o trascender lo realmente existente. No se puede vivir, por tanto, sin utopías, sostenía el filósofo, humanista y poeta Adolfo Sánchez Vázquez, quien será recordado a 100 años de su nacimiento este 2015.
Nacido en Algeciras, Cádiz, España, el 17 de septiembre de 1915 y exiliado en México desde 1939, el autor de La filosofía de la praxis destacó la importancia de la utopía como uno de los aspectos esenciales de la vida humana.
En el libro Incursiones literarias, el filósofo escribió un texto sobre El Quijote de la Mancha, donde señala que los fracasos de una utopía determinada, concreta, no condenan al fracaso a toda utopía. Pero el fracaso de una utopía concreta no anula toda utopía, aunque sí exige situarla en nuevas condiciones, esperar nuevos tiempos, o recurrir a nuevos medios para realizarla.
Para el filósofo de origen español, la utopía no sólo anticipa imaginariamente esa alternativa, sino que expresa también el deseo, aspiración o voluntad de realizarla. Lo cual significa a su vez que esa sociedad utópica que se desea, o aspira a realizar, se tiene por posible
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Autor de aportaciones fundamentales a la utópica construcción de un socialismo humano, libre y democrático, Sánchez Vázquez llegó a México en 1939 en el legendario buque francés Sinaia, igual que miles de refugiados españoles en esa época, después de la caída de la Segunda República y de una cruenta guerra civil en la que participó.
Sobre su travesía en el barco francés llegó a escribir: “En verdad, la del Sinaia fue la primera expedición colectiva de exiliados, a la que siguieron poco después las del Ipanema y el Mexique. Las tres, a diferencia de la del grupo de eminentes intelectuales que las había precedido, no respondían a una rigurosa selectividad intelectual y reflejaban en su composición la diversidad social, ideológica, política y profesional del pueblo que había hecho la guerra. Fue, pues, propiamente terminada la guerra, la llegada del Sinaia a Veracruz la que marcó el comienzo de la larga marcha del exilio en México”.
Adolfo Sánchez Vázquez falleció el 8 de julio 2011, pero su pensamiento se mantiene en torno a la reflexión marxista y el rescate de la praxis a escala internacional. La formación ideológica y política del filósofo siempre estuvo inspirada por el ideal del socialismo, como explicó en el texto Socialismo: realidad y utopía, incluido en el libro Una trayectoria intelectual comprometida.
Sobre la pertinencia de adoptar la doctrina marxista en estos tiempos en los que el capitalismo se ha globalizado, el catedrático sostenía que ésta es justificable “desde los primeros trabajos de Marx hasta los últimos; es la crítica del capitalismo como sistema de explotación cada vez más deshumanizante.
La crítica del capitalismo se justifica hoy aún más que en tiempos de Marx. Esto de forma independiente de que en nuestros días no tengamos una fuerza social organizada capaz de ofrecer esa alternativa. Sin embargo, la posibilidad de una alternativa al capitalismo existe, porque la historia no está escrita
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En una entrevista con La Jornada, Sánchez Vázquez afirmó que una política de izquierda no puede ser puramente pragmática y no puede concebirse sin el valor de la igualdad, de la justicia social, de la dignidad humana, de la defensa incondicional de los derechos humanos
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Quienes conocen la obra del filósofo aseguran que sus primeros versos muestran la voluntad de cierta musicalidad paralela a la de la Generación del 27 y más tarde, una tensión épica, al hilo de las gestas bélicas, pero la escritura de la poesía se fue diluyendo conforme se intensificaba su acción política y su dedicación al pensamiento crítico. Sin embargo, esta vertiente creativa fue siempre su amante secreta
, como señaló en una entrevista a La Jornada en 2005.
Adolfo Sánchez Vázquez comenzó en Madrid sus estudios de filosofía y letras, en una facultad en la que daban clases José Ortega y Gasset y José Gaos; luego estudió un doctorado en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde en 1959 obtuvo el nombramiento de profesor de tiempo completo.
En diversas ocasiones, el autor de obras como La filosofía de la praxis, Ética, estética y marxismo, y Ética y política explicó que México lo recibió con una hospitalidad generosa y, por tanto, decidió quedarse en el país.
No obstante, la relación con su tierra natal fue constante; señalaba que Andalucía no sólo está vinculada directamente con mi vida y con mi obra poética y filosófica, sino que lo está de modo sustancial y constante con ella, pues en Andalucía no sólo nací física, sino también espiritualmente
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Su obra más destacada
Fue en la década de los años 60 y 70 cuando aparecieron las obras más importantes del filósofo. Coinciden en el tiempo con la eclosión del pensamiento marxista occidental. Sobre la incursión en la filosofía, escribió: Una truncada práctica literaria y, más precisamente, poética, me llevó a problematizar cuestiones estéticas, y una práctica política me condujo a la necesidad de esclarecerme cuestiones fundamentales de ella. Y, de esta manera, casi sin proponérmelo, me encontré en el terreno de la filosofía
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Sánchez Vázquez es considerado un clásico de la filosofía mundial del siglo XX. Fue un poeta y analista crítico conocido por su labor filosófica y de cátedra, y también por haber enarbolado un marxismo abierto y renovador para algunos especialistas.
Septiembre será el mes en el que se desarrollarán actividades conmemorativas a cargo de instituciones como la Asociación Filosófica de México y la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, que realizarán conferencias en torno a la vida y obra del Premio Nacional de Ciencias y Artes 2002 por su labor como pensador.