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La voz del poeta, periodista y diplomático reverbera en el paraninfo Enrique Díaz de León

Serán los jóvenes quienes definan el camino del país, dice Gutiérrez Vega
Corresponsal
Periódico La Jornada
Martes 9 de diciembre de 2014, p. 8

Guadalajara, Jal.

El poeta, periodista y diplomático Hugo Gutiérrez Vega limpió una lágrima fugaz mientras en la cúpula del paraninfo Enrique Díaz de León de la Universidad de Guadalajara (UdeG) –pintada por José Clemente Orozco–, reverberaba su voz en una grabación del poema Para la abuela, quien hablaba con pájaros creyéndolos ángeles.

Un polvo limpísimo, casi más fino que el aire de esta mañana,/ se levantó cuando abrimos la tumba de la Abuela./ La caja se deshizo, y el cráneo que tenía aún su blanca trenza/ cayó con tanta gracia, que la tierra se negó a entrar en él.

A la derecha de Gutiérrez Vega, también conmovido y solidario en el recuerdo, el novelista Fernando del Paso extendió su mano para tocar a su amigo. Se miraron y sonrieron.

El poema es uno de los 17 de la autoría del director del suplemento cultural La Jornada Semanal que integran la primera edición de la colección Acrobacias de la palabra, un proyecto discográfico de Radio Universidad de Guadalajara para mostrar, leídos por ellos mismos, los poemas de autores jaliscienses, el cual fue presentado este lunes.

Contra el ruidajal de lo comercial

En su discurso, Gutiérrez Vega recordó que él fue uno de los fundadores de Radio UdeG hace 40 años, cuando era una pequeña radiodifusora, la antena apenas se asomaba allá por el Tecnológico y la señal apenas abarcaba una parte de la ciudad de Guadalajara, pero era la tercera radio universitaria del país; la primera fue, por supuesto, la de la Universidad Nacional Autónoma de México, la segunda la de Hermosillo, de la Universidad de Sonora.

Hoy convertida en una red que abarca los campus de la UdeG en la zona metropolitana de Guadalajara y en las regiones del estado, dijo que la radio universitaria, con todas sus carencias, debe competir contra “el ruidajal –permítanme el tapatiísmo– de la radio comercial”.

Habló también mucho de Ignacio Arreola (dramaturgo que dirigió en su fundación a Radio UdeG), porque no hemos hablado lo suficiente de él, y recordó que además de abrir espacio a la música clásica, al jazz y al rock, también dio espacio a las ideas que entonces como hoy son algo prohibido en la radiodifusión comercial.

Había programas como el de Manuel Rodríguez Lapuente, de Guillermo García Oropeza, de Ernesto Flores sobre temas de poesía. Por primera vez en Guadalajara una radiodifusora ponía a pensar a la gente.

Aunque la carrera diplomática llevó a Gutiérrez Vega fuera del país, él continuó colaborando con la radiodifusora universitaria. Sin embargo, rememoró, “debo decir que Alfredo no me pagaba nada, tengo las cuentitas por ahí.

“Les mandaba mi programa desde Washington, Madrid, Río de Janeiro, Atenas. Un programa que fue cambiando de nombre: Ruedo ibérico, Filósofos y coristas… Lo mandaba en una cintita chiquita, se venía por correo a Guadalajara y todas las semanas pasaba el programa. Era noticia lo que sucedía en Nueva York en el teatro, en la comedia musical, en la literatura.

Ruedo ibérico tenía mayores connotaciones políticas, porque me tocó la transición, entre comillas, española. Y lo mismo sucedía con Río de Janeiro, porque Brasil estaba en una etapa política bastante convulsa.”

Criticó que a pesar de lo impresionante que pueda sonar ahora hablar de una red de radio de la UdeG, siguen las carencias económicas, como fue el caso el caso de la colección de poemas hablados que le tocó inaugurar.

Gutiérrez Vega subrayó la enorme responsabilidad de Radio UdeG como lazo de unión entre universidad y sociedad: “Por eso nunca ha contado con gran simpatía gubernamental, porque siempre ha considerado el gobierno autoritario que la unión entre universidad y sociedad es intrínsecamente peligrosa. Y más en este momento terrible que vive el país, en la formación de la conciencia política. ‘Vamos a intentar la formación política de los jóvenes’, me decía hace poco Lorenzo Meyer. Le dije: ‘Lorenzo, no te preocupes, nosotros ya pasamos, son ellos los que van a indicar el camino del país”.