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Revela sus tesoros, entre los que destacan esculturas, pinturas, relieves y medallas

El Museo de San Carlos muestra 78 joyas; 40 estaban en bodega

En el caso de San Juan Bautista se le conoce más bien decapitado, pero no como un joven andrógino, dice Carmen Gaytán, directora del recinto

‘‘Un museo es un teatro de formas, de discurso y, como siempre he dicho, cada cuadro nos cuenta una historia; es una narrativa”

Foto
Barcas, obra de Germán Gedovius (1867-1937), incluida en la muestra El Museo Nacional de San Carlos revela sus tesoros, que incluye esculturas, óleos, medallas, dibujos, documentos, fotografías, relieves y frisos arquitectónicos, creados por artistas como Pelegrín Clavé, Eugenio Landesio, Károly Markó, Pierre Ribera y Juan Cordero, entre otrosFoto Carlos Ramos Mamahua
 
Periódico La Jornada
Martes 9 de diciembre de 2014, p. 4

De una relectura de su acervo correspondiente al siglo XIX y principios del XX, el Museo Nacional de San Carlos ha seleccionado 78 joyas, entre pinturas, esculturas, dibujos, relieves, frisos arquitectónicos, fotografías, documentos y medallas para mostrar al público. De estas obras, 40 tenían más de 10 años de estar embodegadas.

En la exposición El Museo Nacional de San Carlos revela sus tesoros destacan obras representativas, como los óleos La princesa romana en traje vestal (1844), de Juan Cordero; San Juan Bautista niño (ca. 1855), atribuido a Jean Auguste Dominique Ingres; Episodio del diluvio universal (ca. 1850), de Francesco Coghetti, y Autorretrato (1907), de Germán Gedovius.

Siglos XIX y XX

Carmen Gaitán, directora del museo, expresa que en el caso de San Juan Bautista se le conoce más bien decapitado, pero no como este joven andrógino. Junto al cuadro se exhibe un dibujo para que se vea cómo las piezas clásicas tenían sus copistas.

Gaitán hace hincapié en la cantidad de materiales diferentes con los que cuenta el recinto. Aunque el acervo del museo comienza en el siglo XIV, en esta ocasión la investigación se concentró en las centurias XIX y XX, porque el primero va a ser un siglo de muchos cambios: termina la Revolución Francesa, se da a conocer el ferrocarril, ya está muy en boga la revolución industrial y porque el artista comienza a tener un lenguaje propio, no nada más reproduce escenas ideales griegas y religiosas, sino que ya pinta lo que pasa a su alrededor.

En ese lapso aparecieron tres manifestaciones artísticas: neoclasicismo, romanticismo y realismo, corrientes representadas en la exhibición. La obra de la muestra, de creación más reciente, es Mineros (1922), de Antoine Carte.

Cinco núcleos

En un rincón dedicado al catalán Pelegrín Clavé –se exhiben una fotografía suya y de su esposa, también una copia de su pasaporte de entrada a México– hay una serie de bocetos que anteceden la obra maestra La demencia de Isabel de Portugal.

La muestra se divide en cinco núcleos: El pasado en imágenes: la historia y la Biblia en la estética decimonónica; El retorno a la espiritualidad: fe y misticismo en el siglo XIX y XX; De paisajes y marinas: la naturaleza como fuente de inspiración; De retratos y retratados: un reflejo de la sociedad decimonónica, y El arte de lo cotidiano: la representación de la realidad.

Respecto del apartado dedicado a las marinas, es un género que pocas veces damos a conocer en el Museo Nacional de San Carlos, señala Gaitán. Destacan Barcas, sin fecha, de Gedovius, y Efecto de luna en Bayona (1897), del español Guillermo Gómez Gil.

La directora del recinto explica que se decidió no colgar los cuadros tipo gabinete, es decir, de piso a techo como en el siglo XIX, para darle más espacio a las obras.

Finalmente, un museo es un teatro de formas, de discurso y, como siempre he dicho, cada cuadro nos cuenta una historia, es una narrativa, para ser leída con detenimiento.

En la sección dedicada al retrato, Yazmín Mondragón –investigadora del museo– apunta que la regla de decoro de la época permitía a los pintores ayudar al personaje si era un poco feo, porque al final de cuentas el retrato reflejaba su posición social. Esta forma de pensar contrasta con el autorretrato de Gedovius, que es de lo más realista.

Obras con temática costumbrista

La exposición culmina con obras representativas de la temática costumbrista, cuyas composiciones no eran muy estimadas en el siglo XIX y en especial en la Academia, indicó Mondragón. A finales del XIX y principios del XX estas escenas ya no son tan campestres, como lo muestran La lectora, pastel sin fecha de Pierre Rivera; Milagros, la bailaora (ca. 1905), de José Villegas y Cordero, y La florista, fin fecha, de Willes Maddox.

El Museo Nacional de San Carlos revela sus tesoros terminará el 5 marzo de 2015 en el recinto ubicado en Puente de Alvarado 50, colonia Tabacalera.