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La indignación
Arde la puerta principal de Palacio Nacional tras la marcha al Zócalo

Indeterminado número de heridos y detenidos

Privó el ánimo de tristeza y de participación

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La puerta principal de Palacio Nacional, horadada y quemada luego de la marcha de ayer entre la Procuraduría General de la República y la Plaza de la ConstituciónFoto Víctor Camacho
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Personal militar vigila desde la azotea de Palacio Nacional, anoche, durante el ataque que sufrió la instalación en la fachada y puerta centralFoto Jesús Villaseca
 
Periódico La Jornada
Domingo 9 de noviembre de 2014, p. 6

La marcha de la Procuraduría General de la República (PGR) al Zócalo, convocada en solidaridad con los normalistas de Ayotzinapa desaparecidos, terminó alrededor de la medianoche con la quema parcial de la puerta principal del Palacio Nacional.

Dicho episodio dejó al menos dos personas heridas y una cantidad todavía indeterminada de detenidos, luego de que policías cargaron contra los manifestantes que durante varias horas habían expresado su repudio al informe de la PGR que sugiere que los estudiantes habrían sido asesinados y quemados.

La marcha partió alrededor de las 20:35 horas de las inmediaciones de la PGR y transcurrió con normalidad hasta su llegada al Zócalo capitalino. En la caminata participaron unas 15 mil personas.

Durante la marcha se percibió una atmósfera de indignación y tristeza, pero también de ánimo de participación por parte de la gente que coreó consignas como ¡Fue el Estado!, ¡Fuera Peña! y ¡Vivos se los llevaron vivos los queremos!

Sin embargo, poco después de que la vanguardia de la marcha llegó a la Plaza de la Constitución, un grupo de personas comenzó a tirar las vallas metálicas que resguardan el perímetro de Palacio Nacional y a increpar a un grupo de guardias que estaba apostado en la puerta principal del recinto.

Antes de que surgiera la propuesta de quemar la puerta, un grupo de activistas había dado lectura a un comunicado en que externaban su hartazgo por la impunidad y la corrupción que predomina en el país, y exigió, en alusión a partidos políticos y el gobierno, que se vayan todos.

Cuando comenzó a reunirse más gente en dicho sitio algunos de los inconformes empezaron a cargar las vallas metálicas y a golpear con ellas la puerta principal de Palacio Nacional. En ese momento muchos otros manifestantes se unieron a la acción y comenzaron a golpear el portón durante una hora, utilizando como ariete las barreras metálicas.

Quienes participaron en dicha acción lograron abrir un boquete en la puerta y arrojaron gasolina que después prendieron con un encendedor, pero desde el interior del palacio salieron chorros de agua y de extinguidores que apagaron de inmediato el incendio.

Alrededor de las 23 horas un empleado de Palacio Nacional, que no se identificó, fue golpeado por uno de los manifestantes lo que le provocó una herida en el rostro y comenzó a sangrar. Al tratar de resguardarse, varias personas lo siguieron, pero otros agentes de seguridad lograron proteger a su compañero y se lo llevaron del lugar.

En ese momento unos 30 granaderos salieron de la calle de Corregidora haciendo sonar sus escudos contra el suelo, lo cual provocó que muchos de los inconformes corrieran.

La dispersión de los manifestantes fue aprovechada por decenas de integrantes del Estado Mayor Presidencial para ubicarse frente a Palacio Nacional, poner en su lugar las vallas metálicas y custodiar la puerta dañada.

Los inconformes se reagruparon y comenzaron a lanzarles piedras, lo cual propició un intercambio de proyectiles entre la policía y los participantes de la marcha: esto duró varios ­minutos.

De pronto tanto los granaderos como elementos del Estado Mayor Presidencial cargaron contra los manifestantes. A la distancia pudo apreciarse que detuvieron alrededor de cuatro personas.

Entre el intento de la policía por aprehender a los manifestantes y la reacción de estos para evitar ser detenidos hubo confusión. Algunos inconformes llamaban a la gente a replegarse, en medio de gritos de ¡no a la violencia!, mientras otros los azuzaban para seguir en el lugar, pues afirmaban que la violencia real es del Estado.

Una vez que la mayoría de los inconformes se dispersó pudo notarse que en la plancha del Zócalo había al menos dos jóvenes heridos en el suelo. Uno tenía al parecer la nariz rota y sangraba profusamente. A unos metros de él, otro muchacho se encontraba noqueado y no le respondía a la gente que trataba de reanimarlo.

Una señora que presenció la escena y gritaba consignas en contra de la policía, de repente sufrió un colapso nervioso y cayó al suelo en medio de temblores, pero la atención de paramédicos la estabilizó. Este mismo personal sanitario atendió al hombre que se encontraba casi inconsciente.

Varios vehículos de la Policía Federal salieron en ese momento a las calles aledañas al Zócalo. Unos minutos después los reporteros presentes en el lugar notaron que los agentes habían detenido por lo menos a tres jóvenes más, uno de los cuales dijo llamarse Luis Andrés Villegas Esparza, quien explicó que lo habían aprehendido por tratar de ayudar a una persona que recibió una pedrada. Los otros dos jóvenes no respondieron cuando los representantes de los medios les preguntaron sus nombres mientras la policía se los llevaba.

Al cierre de esta edición todavía no se conocía el número exacto de personas detenidas ni ante qué autoridad fueron presentadas. También se desconocía el número de heridos.