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Ver día anteriorDomingo 9 de noviembre de 2014Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Evolución de los precios de hidrocarburos
M

e dice un buen amigo: en estos últimos meses no sólo ha caído el precio del petróleo. También el del gas natural. Hay que entender qué pasa. Los promedios mensuales de junio a octubre del crudo y del gas acumularon un descenso similar: 20 por ciento.

Los precios del crudo de referencia West Texas Intermediate (WTI) bajaron de 105.79 dólares por barril a 84.40, poco más de 21 dólares. Y los del gas natural marcador de Henry Hub de 4.57 dólares por millón de unidades térmicas británicas (MMBTU) a 3.77. Así, la relación crudo-gas natural prácticamente no se ha modificado. Nuestra mezcla de exportación cayó poco más de 18 dólares por barril, de 98.79 dólares por barril a cerca de 80. Los precios de cierre del viernes pasado fueron de 78.65 dólares por barril de WTI, 75.19 dólares para nuestra mezcla y 4.41 dólares por MMBTU para el Henry Hub, el que determina nuestros precios internos a partir del referente de Reynosa, una vez considerado su diferencial con el precio del sur de Texas.

Sorprende que prácticamente desde el lunes pasado, las cotizaciones futuras muestran una leve tendencia a la mejoría de los precios. Nada consistente, al menos todavía. En la semana no hubo mayores descensos. En todos los casos se señalan ligeras recuperaciones de precios. De tres dólares por barril para el WTI de los siguientes siete años. Y de un dólar por MMBTU para el Henry Hub de los próximos 12 años, luego de un leve descenso en 2015 y 2016. Por cierto, en el caso del carbón de referencia –el que se comercializa en el puerto de Rotterdam para su consumo en Europa– el descenso acumulado de junio a la fecha es de casi ocho dólares por tonelada métrica. Equivale a 10 por ciento de descenso. Sin embargo –en este caso del carbón– desde inicios de 2011 se registra una caída prácticamente continua. Acumula 70 dólares por tonelada métrica. Equivalen a más de la mitad de la cotización de este carbón de referencia de Europa, el famoso cif ARA o API 2, que también define nuestras importaciones de carbón para generación de electricidad.

Los futuros del carbón también indican cierta recuperación. Del orden de 10 por ciento en cuatro o cinco años, equivalente a no más de siete u ocho dólares por tonelada métrica. ¿Qué puede explicar esta situación de descenso –por no llamarle depresión– de precios? ¿Qué, asimismo, explicaría la modesta o precautoria visión de los futuros manifiestos en los famosos mercados, tan acostumbrados a la especulación y al rentismo, más con la financiamiento de las commodities? ¿Qué? Primero recordemos que venimos de precios altos. Acaso más de lo que exigirían –hay debate intenso al respecto– los costos de producción de los yacimientos marginales de referencia. Y, sin embargo, una primera explicación es que no hay optimismo respecto a la evolución de la economía mundial. Y, en los casos de visión optimista, ésta es totalmente sobria.

Es el caso de Estados Unidos. Pero también el de México, China, India, Brasil, incluso Chile, todos ellos con problemas en estos momentos.

Es cierto, por ejemplo, que hay un moderado optimismo en Estados Unidos. Experimentan cierta recuperación del empleo, aunque se ha empobrecido su calidad. Esperan cerrar este año con un crecimiento ligeramente superior a 2 por ciento. Y alcanzar 3 por ciento en 2015. Y, sin embargo, una vez más el crecimiento acelerado de la capacidad industrial y su relación con la evolución de los beneficios de las corporaciones no financieras, muestran su amenaza secular, deprimir la rentabilidad general de la economía, indicador que muestra –más que el crecimiento del producto– la enorme dificultad de la economía estadunidense para despegar sin problemas.

Por si eso fuera poco, es indudable que buena parte de la incuestionable recuperación de la dinámica productiva estadunidense debe explicarse por la recuperación de la productividad industrial, el abaratamiento de los insumos productivos, entre ellos el gas natural, que hace asegurar a muchos analistas del feliz y acelerado retorno de la petroquímica. Pero –advirtamos– esta recuperación se ha acompañado de un control férreo de las remuneraciones. La evolución real de las compensaciones en la industria manufacturera está detenida. Y hay un descenso crónico de las remuneraciones en el producto. Acumula cerca de 5 puntos de deterioro de 2000 para acá. Sí, cinco puntos del producto estadunidenses como pérdida del ingreso de los asalariados estadunidenses es mucho. Muchísimo. Casi 70 por ciento del producto anual de México. Acaso por ello –aunque riesgosamente– parte de la recuperación actual se fundamenta en una nueva aceleración del crédito al consumo. Análisis similar se puede hacer respecto de la situación de la Unión Europea. Y –sin duda– de la evolución económica de China y los emergentes más dinámicos. Éstos –por cierto– han contado con transferencias importantísimas de recursos provenientes de un mercado mundial de dinero que ha vivido –creo que no más– una marcada expansión. Menos aún si se elevan –como parece ser– las tasas de interés. Todo esto para decir que el crecimiento mundial de combustibles y electricidad se ha desacelerado. Muestra crecimientos cada vez menores. Y su futuro próximo dependerá –a decir de los especialistas– de los efectos de esa alza de la tasa de interés y de las posibilidades de recuperación de las remuneraciones, como lo ilustra el ejemplo estadunidense. Frente a esto, evidentemente, sorprende el dinamismo de una oferta que hoy resulta excedentaria. No sólo en el ámbito del petróleo y del gas natural, sino aun en la capacidad eléctrica, pues –entre otras cosas– el aliento un tanto irracional a las renovables ha conducido a un sobrequipamiento en muchos países. Y en algunos de ellos –acaso como ejemplo de los nuevos absurdos que generan los mercados– se han registrado precios negativos de electricidad. Sorprendentemente. Ya lo veremos.