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Presentación
Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega
Una carta sobre
Menahem Begin (1948)
El asalto de lo extraño
Carlos Alfieri
El pecado de la risa
Vilma Fuentes
El Marruecos de
ellas: siete poetas contemporáneas
El ojo más grande
del mundo dirigido
al Universo
Norma Ávila Jiménez
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Columnas:
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Monólogos compartidos
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Felipe Garrido
Retiro
Hubo, príncipe dilecto, un monarca insomne; sus visiones lo aterraban. Una noche imaginó que aquellos artesanos que tallaban estampas, naipes, escenas licenciosas en tablas que entintaban para imprimir cartulinas, podrían hacer grabados de letras y palabras y, combinándolos, armar infinitas páginas. Sus libros pondrían al alcance de muchos los secretos de remedios, leyes, la quiromancia y la alquimia. Quedó horrorizado: en ese estado de confusión sería imposible gobernar. Para confortarlo tuvo la reina que esmerarse. Otra madrugada al soberano le sobrevino la fantasía de que los hombres guardaran parte de lo poco que ganaban, para que vivieran con ello en su vejez. Quiso probarlo. Llamó a su ministro y le pidió que aumentara los tributos, de manera que pudiera separarse una parte que le permitiera llegar protegido a su ancianidad. Con tales caudales construyó el palacio Del Buen Retiro. [De las historias de san Barlaán para el príncipe Josafat.] |