Un día en el que una ama de casa no realice el trabajo doméstico, ¿qué pasa? La pregunta la plantea Marcelina Bautista, defensora de las empleadas del hogar, a propósito del Día Internacional del Trabajo Doméstico No Remunerado, que se conmemora cada 22 de julio.

Sería un caos, responde, pero serviría para que esta labor, que no se asume democráticamente en las familias, sea tomada en cuenta. Las tareas de la casa, dice, condicionan todos los aspectos de la vida de las mujeres, aunque tengan una carrera profesional; por esto es una fecha importante para hablar de la valoración de estas actividades.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, los hombres dedican poco más de siete horas a la semana a los quehaceres domésticos, mientras las mujeres se ocupan 22 horas en estas faenas.

El Instituto Nacional de las Mujeres considera el trabajo doméstico no remunerado una de las dimensiones donde la desigualdad en las condiciones de vida de ambos géneros se expresa con mayor claridad y muestra la sobrecarga de trabajo a la que están expuestas, sobre todo quienes se encuentran en condición de pobreza.

Marcelina Bautista, fundadora del Centro de Apoyo y Capacitación para Empleadas del Hogar (CACEH), apunta que el trabajo doméstico gratuito es por el bienestar de nuestras familias, pero se asume que es un actividad femenina.

Hay una desobligación del Estado y de las propias familias que no se comprometen de manera equitativa en la repartición de las labores.

Se prepara a las niñas para que sean quienes deben cuidar a hermanos o padres. La activista sostiene que un día sin este trabajo gratuito, que es cómodo para la sociedad que no se hace responsable, sería todo un caos al interior de los hogares: quién prepararía el desayuno, quién lleva a los niños a la escuela...

Es importante, dice, que las parejas establezcan una convivencia en la que ambos asuman los trabajos domésticos por igual.