Sao Paulo, 3 junio.

Una encuesta publicada este martes mostró un panorama sombrío en Brasil, a pocos días de iniciar el Mundial de futbol –el 12 de junio–, como una señal de la frustración generalizada que existe por el estado de la economía y el desempeño de la presidenta Dilma Rousseff.

El nivel de insatisfacción en el país sudamericano es de 72 por ciento, de acuerdo con el sondeo realizado por el Pew Research Center, con sede en Washington.

La cifra aumentó luego del 55 por ciento registrado en la encuesta que Pew realizó en 2013, antes de que estallaran las mayores protestas callejeras en dos décadas en el gigante del futbol.

Seis de cada 10 interrogados dijeron que ser sede de la Copa es malo para Brasil, ya que los miles de millones de dólares – aproximadamente 11 mil– gastados en el torneo serían mejor invertidos en servicios como la salud, escuelas y transporte público.

Los resultados se asemejan a los de otras encuestas recientes realizadas por firmas brasileñas, que también mostraron que el respaldo al Mundial disminuyó durante los dos últimos años, debido a que el gobierno no ha cumplido con las infraestructuras y otras inversiones prometidas.

Las dos terceras partes de los consultados dijeron que la economía está en mal estado, mientras sólo 32 por ciento cree que las cosas van bien. Esto muestra un cambio de actitud respecto de hace un año, cuando 59 por ciento creía que el país estaba en buena forma económicamente.

Las esperanzas de que el Mundial proporcionaría un impulso necesario también se han desvanecido, ya que datos divulgados el pasado viernes mostraron que el Producto Interno Bruto apenas creció en el primer trimestre.

La inflación es considerada el mayor problema económico, según la encuesta. Esto podría ser una mala noticia para la presidenta Rousseff, quien buscará la relección en octubre.

La delincuencia, la salud y la corrupción política encabezan la lista de preocupaciones no económicas de la encuesta.

Protesta con pelotas gigantes

Doce pelotas gigantes que simbolizan las ciudades sede de la Copa del Mundo fueron infladas frente al Congreso, en la capital de Brasil, para protestar por los millonarios gastos públicos del certamen.

Queremos que el poder público brasileño pida perdón a la nación porque prometió lo que no cumplió: invirtió una fortuna de dinero público en aquello que no es esencial, dijo Antonio Carlos Costa, fundador de la ONG Rio de Paz.

Las protestas se extendieron hoy al hotel donde se hospeda la selección brasileña, frente al cual un grupo de maestros realizó una protesta. Según medios locales, decenas de educadores y representantes de partidos políticos de izquierda, como el Partido Socialista de los Trabajadores Unificado (PSTU) y el Partido Socialismo y Libertad (PSOL) realizaron la manifestación en demanda de mejores condiciones de trabajo y contra la realización del Mundial.

Por otro lado, las obras aún no concluyen. Los aeropuertos de 11 de las 12 sedes mundialistas tienen fallas o están inacabados y en algunos de ellos ni siquiera se pavimentó el acceso a las instalaciones aeroportuarias, publicó hoy el diario Folha de Sao Paulo.

En ese contexto, la policía federal de Brasilia, encargada de resguardar fronteras y aeropuertos, anunció que selló un acuerdo con el gobierno para no hacer huelga durante el Mundial, a cambio de un alza a los salarios de 15.8 por ciento.