Felipe VI
Martes 3 de junio de 2014, p. 3
Madrid, 2 de junio.
El príncipe Felipe de Borbón se convertirá en unas semanas en el rey Felipe VI, gracias al derecho de sucesión que se contempla en la Constitución española y que establece que el heredero de la corona será el hijo primogénito varón
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El todavía príncipe Felipe, de 46 años, se enfrenta al duro trabajo de convencer de la utilidad de la monarquía a una ciudadanía cada vez más desencantada con una familia real muy popular en el pasado.
Felipe Juan Pablo y Alfonso de Todos los Santos Borbón y Grecia es el tercer hijo de los reyes Juan Carlos y Sofía, después de las infantas Elena y Cristina, pero su condición de varón lo hizo situarse en la primera línea de sucesión de la jefatura del Estado español.
Nació el 30 de enero de 1968 en Madrid; fue bautizado por el arzobispo de la capital española una vez que en aquella época, en la que en España imperaba el régimen fascista de Francisco Franco, su padre ya era el delfín del dictador para la jefatura del Estado.
Desde niño tuvo una enseñanza enfocada a convertirse en un futuro en el rey de España: desde su educación escolar hasta la enseñanza de idiomas y la práctica de deportes habituales en las monarquías europeas. Además, recibió una formación militar con la vista puesta en que en su condición de monarca también sería el máximo jefe de las fuerzas armadas del Estado.
Al finalizar su formación castrense, el futuro monarca estudió derecho en la Universidad Autónoma de Madrid y después se trasladó a Washington para estudiar una maestría en relaciones internacionales en la Universidad de Georgetown. Habla alemán, inglés, francés y catalán.
El 22 de mayo de 2004, el príncipe Felipe se casó con la plebeya Letizia Ortiz Rocasolano, ex periodista divorciada, de origen asturiano, a quien la estructuras de la Casa Real cuestionaron su idoneidad. A pesar de las reticencias, el heredero mantuvo sus planes y se casó con Letizia, con la que tiene dos hijas, Leonor y Sofía.
En todo caso, el relevo generacional se considera vital para la salud de la monarquía, según encuestas, que otorgan a Felipe un índice de aprobación de 70 por ciento y de 41 por ciento a su padre.
Los observadores de la familia real cuentan que mientras la comitiva oficial de Juan Carlos se salta los semáforos en rojo y va con las sirenas de policía a todo volumen, Felipe intenta pasar desapercibido.
Su agenda siempre está repleta y lleva representando años los intereses de España al más alto nivel, como en la recientemente fracasada candidatura de Madrid a los Juegos Olímpicos de 2020. El pasado domingo asistió en San Salvador a la toma de posesión del presidente Salvador Sánchez Cerén.
Y también en estas horas se recordó que es sensible ante la dificultades de sus futuros súbditos. La actual crisis económica (...) requiere una seria reflexión sobre cómo el espíritu colectivo puede recuperar valores que, en los tiempos recientes, han ido por mal camino
, dijo Felipe en un discurso en 2012, refiriéndose a la generosidad, integridad, esfuerzo y excelencia
, recordó la agencia Ap.