El Zapotillo: cada quien su fiesta
a determinación de la Comisión Nacional del Agua de construir la presa de El Zapotillo con una cortina de 105 metros, lo que conlleva la inevitable desaparición del pueblo de Temacapulín, ubicado en el alteño municipio de Cañadas de Obregón, es un tema que se está saliendo de control tanto a las autoridades federales como al gobierno de Jalisco.
El caso, que tiene ya años dirimiéndose, no ha sido debidamente socializado en sus términos técnicos y económicos y, sobre todo, no se ha reparado en destacar la necesidad imperiosa que hay de asegurar volúmenes de agua para los estados de Jalisco y Guanajuato.
Cada dependencia involucrada trae su propia fiesta y no hay coherencia en lo que se expone a la gente, de por sí irritada por el riesgo de que tengan que abandonar el pueblo en que nacieron y crecieron. Esto es, al enojo que ha provocado la construcción del embalse, se suma la desatención de las autoridades. No bastan mesas de diálogo, citas ni encuentros que pierden sentido cuando no se habla con claridad.
El gazapo más reciente de los gobiernos federal y estatal lo protagonizaron los enviados de dependencias que hicieron un viaje a Cañadas de Obregón el pasado miércoles. Encabezados por la titular de la Procuraduría Social, Felícitas Velázquez, quien supuestamente fue encargada por el gobernador Aristóteles Sandoval de tutelar
a los pobladores de Temacapulín en el proceso de indemnización, tuvieron la ocurrencia de trasladarse a la región alteña a reunirse
con las autoridades municipales, obviando siquiera avisar que estarían ahí a los temacapulinenses. Es decir, fueron a ver a las autoridades y no al pueblo afectado.
Esta poca atención de la procuradora y sus acompañantes provocó nuevo enojo de los pobladores de Temacapulín, que ahora dicen que no quieren nada con la funcionaria, porque se sintieron ofendidos, excluidos y –con justa razón– advierten que si ellos son los principales afectados, pues que las autoridades se reúnan con ellos.
Así es que mal empezó la procuradora Social el trabajo que le encargó el gobernador. Ojalá que esto, por el bien de los temacapulinenses, no termine en lo que dice el dicho: lo que mal empieza mal acaba.