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Se duplicó la tasa de desocupación en 1980-2010; representa entre 37 y 54% del total

Jóvenes de AL, con más estudios pero menos empleos: Cepal

En la década de los 80 esta población aumentó hasta 11%, pero entre 2005-2010 sólo 1%

En 20 años los que sólo estudian se incrementaron 10%, pero los que sólo trabajan fueron menos

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Largas filas hacen desocupados para postularse a un posible trabajo en una feria del empleo organizada el pasado marzoFoto José Antonio López
 
Periódico La Jornada
Viernes 18 de abril de 2014, p. 40

El nivel educativo de los jóvenes de América Latina y el Caribe se incrementó en las últimas tres décadas, pero su situación laboral se deterioró por el surgimiento o endurecimiento de barreras de entrada al sector formal, advierte un análisis publicado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), sobre la transición de la escuela al trabajo, entre la población de 15 a 24 años de edad.

La tasa de desempleo juvenil de la región creció al doble entre 1980 e inicios de la década pasada, y si bien hubo cierta mejora entre 2005 y 2010, el desempleo y la informalidad entre la población joven se mantuvieron en niveles muy elevados, señala.

Al comparar diez naciones de la región (México, Argentina, Brasil, Chile, Uruguay, Venezuela, Costa Rica, El Salvador, Honduras y Panamá) de los que hay datos disponibles sobre el empleo juvenil, se señala que en siete, incluido México, el desempleo de los jóvenes duplicó con creces el total nacional, al representar entre 37 y 54 por ciento del total de desempleados.

Más estudios, menos jóvenes

Considera que varios factores pueden desalentar la contratación de jóvenes, como las legislaciones laborales y el salario mínimo de la región, la incorporación de nuevas tecnologías y también la elevada desigualdad en países latinoamericanos, así como la propia decisión de los jóvenes de rotar de trabajo en busca de mejores puestos más acordes con su nivel educativo.

Este grupo es cada vez más reducido en relación con la población de la región en edad de trabajar. Su nivel educativo ha mejorado notoriamente en el tiempo, pero a pesar de ello su tasa de desempleo ha tenido una evolución creciente, puntualiza la investigación, a cargo de Mariana Viollaz.

Todo ello, a pesar de que la población joven de la región mostró una desaceleración en su ritmo de crecimiento y aumentó el número de años que los jóvenes estudian.

En la década de los ochenta la población joven aumentó hasta 11 por ciento, pero entre 2005 y 2010 sólo creció uno por ciento. Hay además un creciente envejecimiento de la población latinoamericana en edad de trabajar, mientras se redujo de 36 a 27.8 por ciento la participación de los jóvenes en la población laboral en los años mencionados.

En cuanto al periodo de inversión en capital humano, es decir, los años de estudio de los jóvenes, el análisis difundido por la Cepal señala que hace tres décadas 72 por ciento sólo terminaban la primaria, pero a finales de los años 2000 únicamente 26 por ciento se encontraban en tal situación, aunado a que el porcentaje de jóvenes con nivel secundario o superior se incrementó durante las décadas analizadas.

La proporción de jóvenes que sólo estudian subió 10 puntos porcentuales entre 1980 y 2010, al pasar de 15 a 25 por ciento respecto al total de la población de 15 a 25 años de la región. En igual proporción cayó la de jóvenes que únicamente trabajan (de 48 a 38 por ciento del total), mientras el peso de aquellos que no estudian ni trabajan cayó 5 por ciento (de 20 a 15 por ciento), y como contrapartida, la proporción de los que estudian y trabajan aumentó (llegó a casi 15 por ciento) al igual que el porcentaje de jóvenes desocupados (casi 20 por ciento del total).

En cuanto a los salarios de los jóvenes, la investigación señala que a finales de la década pasada los que tenían más estudios ganaban en promedio 1.4 dólares más por hora que los de menor nivel. En México la diferencia llegó a 1.5 dólares, lo que representa una caída de 21 por ciento respecto a los 1.9 dólares que percibían los jóvenes más preparados cuando comenzó el siglo XXI.

En un contexto de acceso desigual a las oportunidades educativas es posible esperar que las inequidades sociales persistan e incluso se amplíen en la transición desde el sistema educativo al mercado laboral, puntualiza el documento.