Los datos personales son tanto o más valiosos y al mismo tiempo tan vulnerables como cualquier bien, llámese casa, auto o teléfono celular, por lo que depende de cada ciudadano hacer efectivo su derecho a la protección de datos personales y, en esa medida, ir reduciendo espacios respecto de a quiénes y por qué se les proporcionan.

Por supuesto, del lado de la autoridad seguimos trabajando, afirma Edgardo Martínez, director general de normatividad, consulta y atención regional del Instituto Federal de Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (Ifai), tras señalar que hay una campaña permanente para alertar a la población, para que en todo momento tenga el control de sus datos personales, midiendo los efectos y consecuencias que puede tener proporcionarlos.

Esto, dice, en lo que toca a los ciudadanos. En lo referente a empresas, que por su carácter social manejan estos datos, se les ofrece el apoyo técnico y se han generado una serie de instrumentos para que no haya el pretexto el día de mañana para decir que no cumplieron porque no sabían o no podían.

En entrevista con La Jornada, reconoce que antes la gente decía, ¿qué hago contra estas llamadas de molestia?, ¿qué hago cuando me entero de que hay bases de datos vendiéndose en el mercado negro? La gran ventaja hoy es que el mecanismo jurídico para hacerles frente lo tenemos, y sin descuidar el tema de la vigilancia sobre 4.5 millones de entidades económicas que tiene registradas el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), los más de 100 millones de mexicanos que somos y todas las entidades gubernamentales, la mayoría de las cuales manejan datos personales, se enfatiza el de la prevención.

En este esfuerzo, subraya Edgardo Martínez, confluye una ciudadanía consciente y exigente, con una autoridad eficiente, enfocada a hacer efectivo su derecho a la protección de datos personales.

–¿Cuál es el peor escenario para un particular ante un mal manejo de sus datos personales?

–Facilitar datos a cualquier persona, sin requerir un aviso de privacidad; no preguntar siquiera quién es la persona que los está recabando, ese es el peor escenario. Las consecuencias pueden ser múltiples, desde cuestiones que tienen que ver con la vida y la seguridad de las personas, esto porque muchos de los delitos se cometen a partir de la información personal, como las extorsiones, entre otros.

“Asimismo, el robo de identidad es uno de los grandes problemas que se han desencadenado por el desarrollo de la tecnología. Este tema es benéfico para aportar soluciones a la necesidad de los ciudadanos de proteger sus datos personales, pero también puede generar ciertos problemas en la óptica del derecho a la protección de datos. La evolución en este terrero es el gran motivo por el que promueve en la Constitución este nuevo derecho.

La tecnología es neutra, pero quien la utiliza no. Un ejemplo es tener abiertos nuestros datos en plataformas que pueden ser consultadas por cualquier persona. Si la gente comparte sus datos personales sin cuidado puede enfrentar escenarios en los que pierde su patrimonio o, en el peor escenario, pone en riesgo su seguridad y su vida.