No formo parte de ningún grupo político, precisa
La detención de Joaquín El Chapo Guzmán debilitó al cártel de Sinaloa; su lugar en la organización no ha sido ocupado por los hijos del capo ni por otros personajes, porque quienes lo sustituyen no tienen la misma fuerza y nexos con grupos dedicados a la producción y distribución de drogas.
Sábado 29 de marzo de 2014, p. 9
En entrevista con La Jornada, Monte Alejandro Rubido García indicó que durante su gestión se privilegiarán las labores de inteligencia para tener tiros de precisión
contra grupos criminales. Por lo pronto, en el estado de México, pese a los altos índices de violencia, los policías federales no sustituirán a los municipales, como sí ocurrió en Michoacán, advirtió.
El funcionario aseguró que no forma parte de ningún grupo político, y se definió como un hombre que cree en las instituciones y que éstas son perfectibles.
El actual titular de la Comisión Nacional de Seguridad (CNS) ingresó a esta área del gobierno federal en 1983 como agente de la extinta Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales de la Secretaría de Gobernación; fue vocero del gobierno federal para Michoacán; secretario ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, y subsecretario de Derechos Humanos en la extinta Secretaría de Seguridad Pública (SSP) federal, durante la gestión de Genaro García Luna.
–¿Cómo le afecta haber formado parte del equipo de García Luna, y las críticas que han surgido por casos como el de Florence Cassez o el falso anuncio de la muerte del líder de Los caballeros templarios, Nazario El Chayo Moreno?
–Jamás voy a abjurar de mis afectos y de mis convicciones.
–El sello de García Luna fueron las recreaciones y los escándalos, ¿conservará parte de esa estructura que dejó?
–Creo mucho en las instituciones y, evidentemente, son perfectibles. No creo que podamos, ante un relevo de administración, estarnos reinventando como instituciones; vamos a abrevar, vamos a aprovechar lo positivo que hay y vamos a tratar de corregir donde creamos que debe haber un cambio.
Al iniciar la administración del presidente Enrique Peña, se juzgó pertinente que las áreas de seguridad pública regresaran a la Secretaría de Gobernación, como estaban antes del año 2000 y que el secretario asuma el papel de jefe de la política interior y la responsabilidad de la política de seguridad pública y nacional. En esa lógica, estar bajo el paraguas de Gobernación favorece los resultados
.
–¿Qué cambiaría de la CNS?
–Se tiene que hacer una revisión muy acuciosa de los protocolos de operación de cada uno de los 22 penales federales para mantener la confiabilidad de la reclusión sin afectar los derechos humanos de los internos.
–¿En Michoacán, la Policía Federal cobija la operación de las autodefensas?
–Allí se vive una situación atípica, pero los resultados que se han tenido del 14 de enero a la fecha son satisfactorios. La corporación está a cargo de la seguridad en 26 municipios de la entidad, y donde están las fuerzas federales ha disminuido el índice delictivo.
“La lógica era establecer primero un mecanismo de control territorial y reducir la violencia que la ciudadanía estaba sufriendo por los delitos de extorsión y secuestro.
La primera etapa fue pegarle a los grupos delincuenciales; los resultados saltan a la vista con las detenciones y los abatimientos que hay prácticamente de manera cotidiana, unos con mayor espectacularidad que otros. Con los grupos sociales se ha ido avanzando para que no haya despliegue del uso de armas.
–Hay quienes suponen que el surgimiento de las autodefensas fue una estrategia del gobierno federal con base en las indicaciones del ex asesor en seguridad, el general colombiano, Óscar Naranjo.
–No creo en esas suposiciones, para nada.
–¿Qué van a hacer con las autodefensas?
–Revisar lo que está haciendo cada una de las organizaciones; soy un convencido de que está latente la posibilidad de que en estos grupos civiles haya personas que actúan de buena voluntad. Pero también, no podemos ser ingenuos, es posible que haya quienes aprovechen estos movimientos para infiltrarse y tratar de obtener algún tipo de beneficio para el mundo delincuencial. Entonces, no debemos medir con tabla rasa, sino ir puntualmente revisando la situación de cada uno de estos grupos.
Soy un hombre que cree en las instituciones y que éstas son perfectiblesFoto Yazmín Ortega Cortés
–¿Ante la violencia que se ha presentado en el estado de México, aplicarán allí el mismo esquema?
–El programa aplicado en Michoacán no puede, a corto plazo, replicarse en ninguna otra entidad. En el estado de México se están haciendo revisiones, de cómo las fuerzas federales, la Policía Federal en este caso, puede sumar sus fortalezas, habilidades y capacidades con las autoridades locales para combatir a las bandas delincuenciales, principalmente que están pegando en la región oriente y en la zona del valle de México, Izcalli, Cuautitlán, Atizapán. No está previsto tomar el control de las policías municipales.
–¿Hay células de Los caballeros templarios y La familia michoacana en la zona del valle de México y el Distrito Federal?
–Hay presencia de esos grupos aquí. Sí, sí lo hay, pero van siendo cada vez células más pequeñas, que en la medida en que se ven acotadas por la acción gubernamental, empiezan a cometer otro tipo de delitos de bajo monto.
–Señalaba que es necesario revisar los protocolos de operación de las prisiones federales, ¿qué tan seguras son en este momento?
–Son la más seguras que existen en el país. Tenemos dos tipos de penales, los de máxima y media seguridades.
Además, por ejemplo, en el Altiplano, que es un penal de máxima seguridad, también existen esquemas de supermáxima seguridad, y los delincuentes que requieren de mayor cuidado y atención están en ese contexto.
–¿Joaquín El Chapo Guzmán, vive en esas condiciones de supermáxima seguridad?
–Sí. Él, como quienes están en estas áreas, tiene una posibilidad muy reducida de interactuar con el resto de los internos; los alimentos se les dan aparte, no participan en las actividades que se realizan. Guzmán está solo en una celda.
–¿De acuerdo con los reportes del gobierno federal, ya se sabe qué pasó en el cártel de Sinaloa con la detención de El Chapo?
–El hecho de que se detenga al líder de un cártel no significa que se frene todo el proceso de investigación para desarticular totalmente esas células delictivas. Desde el principio se ha tenido muy claro cómo son las estructuras de los cárteles, y qué puede suceder una vez que uno de sus líderes es detenido.
–¿Fue sustituido por alguno de sus hijos, Iván Archivaldo, Édgar, Jesús Alfredo u Ovidio?
–No es la alternativa que se está manejando.
–¿Sería el licenciado Dámaso López Núñez...?
–No lo sé.
–¿El cártel sigue bajo el control de Ismael El Mayo Zambada y Juan José Esparragoza, El Azul?
–Cuando se detiene a un capo o se le llega a abatir, es muy fácil decir que siempre habrá alguien que lo sustituya, y en estricto sentido a lo mejor sí, pero para dirigir a un grupo delincuencial de ese tamaño se requiere contar con nexos y contactos en los mercados nacionales e internacionales de distribución; el control de las células financieras; las que proveen el armamento y la logística. Cuando un líder delincuencial es detenido, quien lo sustituye no necesariamente tiene esa fuerza, no tiene esos vínculos y evidentemente se empieza a menguar la estructura delincuencial.