En la Sala Manuel M. Ponce, amigos y colegas recordaron la vida y obra del escritor
Jueves 6 de marzo de 2014, p. 6
Escritores y amigos recordaron a Salvador Elizondo (1932-2006), durante una velada en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.
A ocho años del fallecimiento del Premio Xavier Villaurrutia 1965, que se cumplirán el 29 de marzo, José de la Colina, Javier García Galiano, Pablo Soler Frost, Philippe Ollé-Laprune y Jorge F. Hernández recordaron la vida y la obra del narrador en la sesión titulada Crónica de un grafógrafo: Salvador Elizondo.
El acto, al que también asistió la fotógrafa Paulina Lavista, viuda del escritor, comenzó con la intervención del director de la Casa Refugio Citlaltépetl, Ollé-Laprune, quien compartió con el público anécdotas de sus encuentros con el autor Elizondo.
Recordó que se hizo lector del escritor mexicano cuando leyó Farabeuf o crónica de un instante, porque quedó impactado con ese texto centrado en la voz del autor. “Encontré un tono, una voz que era más cerca de los autores franceses que había leído antes, pero efectivamente era una ruptura muy radical con lo que había leído en lengua española, tenía una voz narrativa muy particular.
Nos dejó esos libros muy singulares, incomparables, que no tienen nada que ver con autores de otros idiomas porque él inventó su idioma, que es la marca de un gran escritor
, enfatizó Ollé-Laprune.
Pablo Soler se presentó como discípulo de Elizondo, pues lo conoció en las aulas de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México. Evocó su primera clase sobre la perspectiva en el Renacimiento italiano, porque allí descubrió a la persona que no sólo le iba a enseñar técnica narrativa, sino a quien lo ayudaría a comprender qué significaba ser un escritor mexicano.
“Era un hombre al que le gustaba la tradición mexicana. Sin duda observó cambios de la metrópoli con creciente horror, pero éste no se reflejó en su literatura. Elsinore es un libro de un amor inmenso por México”.
El hombre en el espejo que escribe
Javier García Galiano explicó que el homenajeado se describió en El hipogeo secreto, libro que se escribe como se lee. “Elizondo fue un personaje recurrente de la obra de Salvador Elizondo, es el hombre en el espejo que escribe, imagina al escritor que lo escribe hasta El grafógrafo, que es un hombre que escribe, que escribe, que escribe”.
En el encuentro de los amigos de Elizondo quien detonó la hilaridad fue el escritor José de la Colina, quien señaló que su amistad con el autor de El grafógrafo estuvo llena de chingaderas. Bueno, debo decir que el maldito Elizondo me hizo la gran chingadera de la vida, que fue morirse el día de mi cumpleaños, totalmente cierto, y debo decir que desde ese día no me hablo con él
.
Así comenzó su intervención De la Colina, quien conoció al homenajeado antes de 1955.
De esa amistad entrañable, también recordó episodios, como la primera vez que Elizondo vio el libro de Georges Bataille, Las lágrimas de eros, sus charlas sobre cine y leyó algunas cartas que le escribió su amigo en la navidad de 2004. También sostuvo que su libro preferido es Elsinore porque tiene el refinamiento y la elaboración de la literatura de Salvador.
De Farabeuf o crónica de un instante, De la Colina comentó que Elizondo trabajó sobre esos laberintos, esas vueltas, esas apariciones y desapariciones que suele dar la memoria
.