El recinto, con sede en el Castillo de Chapultepec, cumple su aniversario en septiembre
Mediante objetos, pinturas y documentos, el visitante se rencuentra con la época prehispánica, la colonial y la Independencia
Murales de O’Gorman, Siqueiros y Orozco acompañan el recorrido
En alguna pared se lee: México es el país de la desigualdad
, vigente frase de Von Humboldt
Lunes 27 de enero de 2014, p. 8
El Museo Nacional de Historia (MNH), con sede en el Castillo de Chapultepec, cumple siete décadas en septiembre de este 2014, y es uno de los referentes más importantes del país dedicados a su historia. Pasado y presente se unen en este sitio, donde el visitante rememora los acontecimientos históricos y adquiere conciencia de la situación que vivimos.
En este emblemático recinto, ubicado en la cima del Cerro del Chapulín, el público puede conocer la época prehispánica de los siglos XV y XVI, la época colonial y el México independiente a través de objetos, mobiliario, pinturas y documentos.
Para adentrar a las personas en la vida de los personajes que construyeron el destino de nuestra nación, el discurso museográfico comienza en la sala que aborda la situación de dos continentes: Europa y América.
Aquí se presenta una pequeña selección de piezas que revelan al mundo la riqueza prehispánica, así como cuadros alusivos a España, y la escultura en latón laminado y bruñido de una águila posada sobre un nopal como símbolo de dominio.
Altares y sacrificios
También destaca el tzompantli, altar formado con los cráneos de los prisioneros sacrificados por los acolhuas en Tlaxcala. Al final de la sala, el mural de Jorge González Camarena, La fusión de dos culturas, nos remite a ese dramático encuentro entre guerreros indígenas y conquistadores. En la imagen se observa cómo la espada del español traspasa el cuerpo del guerrero indígena y al fondo, la devastación.
Resulta imposible no utilizar la cámara fotográfica para capturar la impactante escena que Miguel León-Portilla recrea en Visión de los vencidos.
Al caminar por las salas aparecen retratos y objetos que dan cuenta de las reformas borbónicas, cuya finalidad fue concentrar en la corona el control de la riqueza; aunque hay un espacio dedicado al intercambio de productos agrícolas entre el nuevo y el viejo continente es evidente la desigualdad que padecieron los pueblos indígenas.
En una de las paredes del museo se lee una frase de Alexander von Humboldt: México es el país de la desigualdad. Acaso en ninguna parte la hay más espantosa en la distribución de fortunas, civilización, cultivo de la tierra y población
. La palabras del barón alemán siguen resonando en el corazón de los mexicanos, ya que la miseria e inequidad siguen aumentado.
La figura de Miguel Hidalgo y Costilla tiene un lugar también en el museo. Un retrato y objetos personales del cura se pueden apreciar en la sala seis que lleva por título: Las huellas de Miguel Hidalgo.
En las siguientes áreas se encuentran las piezas alusivas a la insurrección, entre ellas pistolas, fusiles, cañones, tambores y una serie de banderas y estandartes que se utilizaron en la época. En este espacio, el artista Juan O’Gorman realizó el mural El retablo de la revolución.
En seguida se observan grandes cuadros con los retratos de Guadalupe Victoria, Agustín de Iturbide y piezas de ostentosa riqueza, como la cristalería con la imagen del emperador de México Agustín de Iturbide. Una muestra de la vestimenta de la época se aprecia en las vitrinas, entre las que figura la casaca y el traje de chinaco o guerrero liberal mexicano.
Una de las vitrinas que más llama la atención de los visitantes es la que exhibe un violín. En la cédula de información se lee que perteneció a Juventino Rosas, compositor del vals Sobre las olas. En otra, se pueden ver las partituras del Himno Nacional Mexicano y un retrato de Jaime Nunó y Francisco González Bocanegra.
Más adelante, los visitantes son sorprendido por la pintura al fresco de José Clemente Orozco: La reforma y la caída del Imperio, donde domina el rostro impasible de Benito Juárez como una manera de resaltar las acciones emprendidas por el Benémerito de las Américas.
Reflejo de un país moderno
Imágenes de la Batalla de Puebla, el 5 de mayo de 1862, también ocupan un lugar en el recinto, así como una serie de objetos que van desde mobiliario hasta elegantes vestidos y artículos personales, que reflejan la llamada modernidad en el país.
En el museo también se puede admirar otro mural de Juan O’Gorman, titulado Sufragio efectivo-No reelección y un impresionante fresco de David Alfaro Siqueiros, de 419 metros cuadrados, con el título Del porfirismo a la Revolución.
La segunda parte del Castillo de Chapultepec, conocida como el Alcázar, se ambienta con muebles, enseres domésticos, joyas, pinturas y diversos objetos relacionados con la época en la que fue habitado por los emperadores Maximiliano y Carlota, así como por el presidente Porfirio Díaz y su esposa Carmen Romero Rubio.
También en esta área se ubica la sala dedicada a los Niños Héroes y la de exposiciones temporales, ahora con la muestra El primer congreso mexicano: sueño por construir el Estado nacional.
En total son más de 40 áreas que sintetizan la historia de México, en las que se exhiben obras pictóricas y escultóricas, indumentaria, tecnología, numismática, instrumentos musicales, enseres de plata y cerámica, banderas, carruajes y documentos.
El Museo Nacional de Historia se encuentra en la primera sección del Bosque de Chapultepec. La admisión es de 57 pesos y el domingo la entrada es gratuita para el público nacional.