Buenos Aires, 14 de enero.

Su obra queda como una especie de Guernica hablado, que aún frente a los reveses respira esperanza, dijo el poeta, escritor y crítico Jorge Bocanera al enterarse de la muerte del poeta Juan Gelman en México, donde vivía desde hacía más de 20 años.

En una ciudad semivacía por el periodo de vacaciones, la noticia causó conmoción tanto en los círculos literarios como en los organismos de derechos humanos y en el periodismo.

Nacido en esta capital, autor de más de 30 libros, ganador del premio Cervantes en 2007, el poeta debió salir al exilio en los años 70 y vivió en diversos países, pero fue México donde decidió quedarse en forma definitiva.

Su primera obra publicada, Violín y otras cuestiones (1956), prologada por el poeta Raúl González Tuñón, recibió muy pronto el elogio de la crítica. En 1959 publicó El juego en que andamos. A estos dos libros de poemas siguieron Velorio del solo (1961), Gotán (1962), Cólera Buey (1965) –reditada y engrosada en 1971–, Los poemas de Sidney West (1969), Fábulas (1971), Comentarios (1978-1979), Notas (1979), Citas (1979), Carta Abierta (1980), Bajo la lluvia ajena (1980), Hacia el Sur (1982), Composiciones (1983-1984) y Eso (1983-1984).

En agosto pasado, Bocanera, su amigo de muchos años, presentó junto a Gelman el último libro del poeta en la Biblioteca Nacional.

Su obra es una de las propuestas poética más intensas, reveladora, original y cuestionadora de los últimos tiempos, dijo también Bocanera, quien lo consideró un referente que abrió puertas con diferentes líneas estéticas fuera de los planteos dogmáticos.

Además, recordó que Gelman nunca bajó los brazos “y basta ver su última nota de hace dos días en Página 12 contra el colonialismo francés”.

Por su parte, la escritora, crítica y poeta Susana Cella, consternada ante la noticia, sostuvo que Gelman integra el conjunto de los grandes poetas en lengua española. Los grandes que han sabido modular, dar matices, expresiones, colores a la lengua. Asimismo, Callea –quien escribe una biografía del poeta para la editorial Mondadori–, señala que Gelman nunca abandonó la referencia de Vallejo, siempre estaba en su poesía, como el mismo decía el padre Vallejo, y pudieron concertar el compromiso político cada uno en su circunstancia.

Su poesía crea grandes mareas de pensamiento, con esas corrientes de palabras desafiantes para cambiar el modo de pensar, de decir siempre jugándose en todo, en la poesía, en la política, en el periodismo.

Varios dirigentes de derechos humanos, como Adolfo Pérez Esquivel, expresaron su dolor ante el deceso de Gelman, cuya lucha por recuperar a su nieta Macarena –lo que logró en el año 2000– quedará en la historia de la búsqueda de justicia y verdad.