El esplendor de las culturas prehispánicas en el Museo Nacional de Antropología
Un recorrido por el pasado de las culturas teotihuacana, tolteca, zapoteca, mexica y olmeca
Jueves 2 de enero de 2014, p. 5
El paraíso terrenal, tierra de riquezas y lugar de las delicias, de donde parten todos los ríos de la Tierra, se encuentra en el Museo Nacional de Antropología, guardián del pasado antiguo de Mesoamérica, a punto de celebrar medio siglo en 2014.
El mural de Tlalocan, dedicado al señor del mar y de las nubes, es una de las miles de piezas que invitan a conocer el patrimonio arqueológico y etnográfico del pasado mexicano.
La sala mexica corona su patio principal al atravesar el emblemático paraguas con su fluir de agua, un estanque que rememora el origen lacustre y el caracol de bronce Sol de viento, en un llamado azteca.
Visitantes con el plano en la mano acuden directamente a esta sala, la más concurrida, por las piezas que expone y por el afluente de visitantes. Al entrar aguarda a la primera vista la Piedra de Sol, el monumento escultórico que por excelencia identifica a los mexicas
, que fue descubierto en 1790 en la Plaza Mayor de la aún Nueva España.
Nombres de los días y los soles cosmogónicos son explorados por extranjeros ancianos sentados en las escalinatas, mientras unos jóvenes estudiantes corren a tomar una foto simulando cargar la gran piedra, que injustamente se ha llamado Calendario Azteca, se advierte en la placa museográfica. Es un gran altar de sacrificio gladiatorio, se aclara.
Las dedicadas a los aztecas y los mayas son sin duda las más atrayentes de las 11 salas de arqueología y otras 11 de etnología, distribuidas en una herradura. Son más de 30 mil metros con fachadas de mármol, aluminio y cristal. Se recorre todo el país con salas sobre Teohtihuacán, toltecas, zapotecas, mexicas, olmecas y las que florecieron en el Occidente y el Norte.
El edificio diseñado por el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, como desde su apertura en 1964, recibe a sus visitantes en su gran explanada en piedra, material que rememora los edificios prehispánicos. Su fachada de mármol abre la historia de culturas que habitaron lo que ahora es México, gracias al invaluable patrimonio arqueológico y etnográfico que conserva y expone.
Entre gran cantidad de turistas extranjeros que acuden en temporada vacacional, como una de las visitas obligatorias recomendadas en cualquier guía, también connacionales, muchos con sus hijos pequeños para contarles sobre estos hombres que habitaron México. En estos días decembrinos ya sin las excursiones escolares que abundan regularmente.
Antes de conocer más sobre las diferentes culturas ubicadas en el museo que ocupa una superficie de 70 mil metros cuadrados sobre la avenida Paseo de la Reforma, en Chapultepec, una introducción a la antropología y con una explicación sobre los primeros pobladores de América. Piezas monumentales, pequeñas y esculturas, murales, videos proyectados en pantallas y maquetas introducen al viajante hasta miles de años atrás, por las diferentes culturas.
En Mesoamérica, entre los años 2300 a 500 aC apareció en este territorio una nueva forma de vida: el mundo aldeano. Así comienza un viaje cronológico y geográfico por México y su pasado. Un conjunto de entierro de Tlatilco, con sus ofrendas de cerámica, instrumentos de piedra tallada y figurillas hacen imaginar a esos primeros pobladores.
Desde el espacio contiguo, ya dedicado a Teotihuacán, se escucha decir a un guía: con 110 mil habitantes, la ciudad fue más grande que Roma y Grecia, del mundo antiguo. Desgraciadamente siempre se destaca más a la cultura occidental
Un hombre camina de la mano con su pequeña hija, que cuando repite por fin Teoh-ti-hua-cán, estalla en risa. Esta ciudad que se convirtió en la más planificada e influyente de Mesoamérica durante el periodo clásico, caída hacia el año 750 dC. Entonces son flanqueados por dos grandes reproducciones de las pirámides de la Luna y del Sol.
Frente a lo que simula detalles de la pirámide de la Serpiente Emplumada, un guía reprende a un grupo de adolescentes en uniforme azul y los invita a darse un rol
, si no les interesa y enseguida comienza a exponer: la historia la desdeñamos. Pero si algo podemos presumir es esto. Es parte de la cultura y se paga mucha lana para ver esto
.
Ya su destinatario callado y un tanto avergonzado, agrega: No desprecien ningún conocimiento, chavos. Esto también les va a servir para cualquier profesión. Un arqueólogo también debe saber de medicina, de química, de sociología. Es un consejo, nada más. Ahora sí, ya me salí, pero ahora ahí les va el simbolismo
, y continúa hablando sobre el cuerpo de la serpiente labrada en los muros. En el jardín contiguo se expande una gran maqueta de la urbe teotihuacana, rodeada de nopales, cactus y magueyes.
El dicho dice que el mundo es un pañuelo. Pues el México antiguo es contenido en un edificio, imponente, pero que permite adentrarse en milenios de historia y cosmogonías. Comenzaban a enseñarles como han de vivir, como han de respetar a las personas, como se han de entregar a lo conveniente y recto. Huyendo con fuerza de la maldad, la perversión y la avidez
, se lee en el mármol grabado.
Ahí, donde mexicanos y extranjeros acuden para aprender, cuando se abren las puertas, de martes a viernes, de 9 a 19 horas.