Tic-tac... ¡boom!, obra de Sabina Berman, los fines de semana en el Centro Cultural San Ángel
crear metáforas útiles, de esperanza
Me puse en la difícil tarea de hablar del caos moral que vivimos en nuestro país; como todos, me pregunto de qué lado está el bien
, señaló la escritora en entrevista
Viernes 20 de diciembre de 2013, p. 9
En el actual contexto del combate al crimen organizado hay palabras que carecen de gracia al formar una oración, como El narco negocia con Dios, nombre de la obra de teatro que ahora se llama Tic-tac... ¡boom!, que se escenifica en el teatro López Tarso del Centro Cultural San Ángel, expresó en entrevista Sabina Berman, autora de esta comedia.
La sinopsis es la siguiente: un profesor universitario (Jorge Ortiz de Pinedo) y su joven esposa (Claudia Ramírez), hartos de la cotidianidad, han hecho un pacto que ante los ojos de la persignada hermana del marido (Karina Gidi) resulta indecoroso. Peor aún, cuando ella se entera de que en los planes de la pecadora pareja está involucrado un delincuente, un narco (Rodrigo Murray).
Agregó: “En su primera temporada, a esta obra le fue muy bien. Estábamos en un teatro de la Condesa (Foro Shakespeare), de 300 lugares. Cuando acabamos ahí pensé que era deseable volverla a montar en un teatro más grande. Se deshizo el elenco y fue necesario integrar uno nuevo. Por otro lado, descubrimos que el público del Distrito Federal y de los estados, sobre todo donde la gente se siente muy insegura para salir a espacios públicos, la palabra narco, el verbo negocia y la palabra Dios, no tienen gracia. Más bien representan una amenaza. De eso nos percatamos al tratar de salir con la obra en la primera temporada, por lo que decidí que no valía la pena enajenar a ese público con el título, porque la intención es llevarla a toda la República Mexicana.
En sí no contiene ningún peligro, pero podía malinterpretarse el título; se trata de hacer teatro y no de dar una impresión de peligro
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La risa como catarsis
Añadió que el trabajo del dramaturgo es entregar metáforas útiles a su público, con humor, llenas de esperanza y optimismo. “La obra se mete en el terrible tema de la inseguridad, desde el punto de vista del ciudadano común, y crea una metáfora de que sí hay salida. Por eso la gente se ríe. La risa es catárquica y es un signo de trascendencia sobre las circunstancias. En el primer acto la gente se ríe al reconocer el caos moral en el que estamos sumergidos en México, y a partir de ese acto se empieza a reír de otra cosa: de reconocer que podemos trascender las circunstancias. En el tercero, porque hay un triunfo de la inteligencia sobre la barbarie.
En las palabras del personaje principal de la obra, un intelectual, que dice que lo que natura no da, lectura presta. Lo que tenemos de nuestro lado, sobre la violencia, es la inteligencia, la cultura
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De sus intereses temáticos, dijo que no tiene un catálogo. “De hecho esta obra se aleja de lo que habitualmente hago, como los géneros sexuales, el teatro con la naturaleza. En este caso me puse en la difícil tarea de hablar del caos moral que vivimos en nuestro país. No hubiera entrado en este tema, si nuestras circunstancias nacionales no me hubieran llevado, como a todos los mexicanos, a preguntarme dónde está el bien.
“La respuesta fácil nos es vedada en México, porque no podemos decir que las instituciones representan el bien, ya que están corrompidas; están coaligadas de manera muy azaroza y caprichosa con el crimen. Entonces, a los ciudadanos no nos quedan estas respuestas fáciles de que la solución es obedecer la ley o de que la solución es la justicia, ¿cómo?, si es un país donde no rige la ley, donde no hay un sistema de justicia. A ese brete se mete la obra.
La primera afirmación metafórica de la obra es que no nos gusta, pero estamos compartiendo la casa. Hay ciudadanos cuyas aspiraciones son tener una vida amorosa y civilizada, pero hay otros involucrados con el crimen y con actos terribles de destrucción: secuestros, robos, asesinatos, cobro de un impuesto a la gente por el solo hecho de existir. No nos gusta, pero estamos compartiendo la casa
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–¿Cómo observa a la sociedad civil, en su capacidad de respuesta?
–Estamos en un momento crucial en el que tiene que nacer algo nuevo. Los primeros síntomas son estos grupos de autodefensa en los lugares de violencia más extrema, en la Costa Chica de Guerrero, en Michoacán. Me parece un síntoma muy importante lo que pasó en Ciudad Juárez, esto de la vengadora de las mujeres asesinadas.
“Lo que estas personas nos están diciendo es que, como no existe un gobierno que nos garantice la seguridad, estamos encontrando nuestros caminos. Esto es el inicio de un nuevo momento de la sociedad civil. Esperemos que pueda resurgir, sobre todo pacíficamente, en los lugares donde la solución es a balazos, no a palabras.
“En lugares como el Distrito Federal tendrían que resurgir las marchas multitudinarias y decir: ‘Señores gobernantes: la agenda que nos están entregando no nos interesa. La nuestra es la seguridad y la creación de un sistema de justicia’. Tener justicia es algo inédito en México. No es que la gente esté pidiendo algo que antes existiera y se destrozó. ¡Nunca ha existido! Esa es la agenda de la sociedad civil y lo digo porque vivo entre ciudadanos y estas son las conversaciones que todos tenemos. ¿Cuándo se creará un sistema de justicia? Noventa y ocho por ciento de los delitos declarados no son atendidos, sin tomar en cuenta los de los gobernantes, que toman para sí el bien común con una confianza tradicional”.
Se le comentó que ese día de la entrevista hubo bloqueos de vecinos en Iztapalapa que exigían seguridad. “No hay que esperar unos días o años para que haya respuesta a esta obra de teatro, porque es completamente vital. Eso es lo que hay que hacer. El tema es que en México ha crecido una clase media que pide más. Es esto o la barbarie. El remedio al caos moral es sencillo, pero no es fácil de lograr: construir un nuevo contrato social donde impere el sistema de justicia.
Necesitamos otra moral
“En los años 90, la sociedad civil, nosotros, movimos al país hacia las segundas elecciones democráticas y ganó el partido que se ostentaba como moral. Esta era su gran estandarte. Manejaban una moral que yo digo que la mayoría de los mexicanos no compartimos, que es una moral católica, pero es una moral. Resulta que estos señores católicos se corrompieron en tres minutos. Eso también está reflejado en la obra. No es en vano que de los cuatro personajes uno sea una mujer católica, muy creyente, que ante la realidad se le destrozan todas sus creencias. Como los católicos nos fallaron entramos a otro nivel de exigencia: necesitamos otra moral.
Los intelectuales tienen, tenemos, que enfrentar nuestra situación. No escapar, sino sumergirnos en lo que estamos viviendo y crear metáforas útiles. Ya tuvimos suficientes metáforas desoladas, trágicas, de nuestra condición. Ya me resulta muy difícil ir a ver una película o una obra de teatro donde los malos ganan
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Tic-tac... ¡boom! es dirigida por Antonio Castro. El teatro López Tarso se ubica en el Centro Cultural San Ángel (avenida Revolución 1733, esquina Francisco I. Madero).
Funciones: viernes, 19 y 21 horas; sábados, 18 y 20; domingo, 17y 19 horas.