Interpretan la obra que catapultó a la prima ballerina assoluta de Cuba
Viernes 20 de diciembre de 2013, p. 8
La Habana, 19 de diciembre.
El Ballet Nacional de Cuba (BNC) conmemora desde hoy los 70 años del debut de Alicia Alonso en Giselle, con una temporada de esa obra cumbre del Romanticismo que inspiró leyendas.
Una de las proezas relacionadas con ese clásico tiene como protagonista a la prima ballerina assoluta cubana, quien en 1943 debutó en la pieza de improviso, por un percance de salud de la bailarina inglesa Alicia Markova.
Los directivos del Ballet Theatre de Nueva York buscaron a toda prisa una sustituta y sólo apareció una valiente dispuesta a convertirse en el personaje que la experimentada Markova bailaba con exquisitez en un Metropolitan Opera House completamente vendido por la fama de aquella diva.
Para entender la trascendencia de Giselle, vale decir que muchos críticos lo señalan como signo de advenimiento a la cúspide de las carreras de las bailarinas si éstas consiguen una interpretación convincente, pero algunas ni se atreven a bailarlo a veces, o nunca, no en vano le llaman el Hamlet del ballet.
En 1943, Alicia Alonso se recuperaba de una dolencia visual que la obligó a mantenerse inmóvil sobre una cama durante año y medio.
La cubana era por entonces una desconocida, pero sabía a la perfección escena por escena de la obra, pues en los meses de obligado reposo marcó con frecuencia los pasos de la coreografía con los dedos de la mano en el lecho.
El sueño de Giselle se hizo realidad el 2 de noviembre y a partir del suceso la carrera de Alonso no tuvo freno.
A juicio del historiador del BNC, Miguel Cabrera, ese debut marcó no sólo el triunfo de un ser humano frente a la adversidad, sino también la irrupción de Cuba y Latinoamérica en el panorama mundial del ballet.
La hazaña contribuyó a romper tabúes al probar que una bailarina de origen latino podía alcanzar los más altos niveles de excelencia en un estilo reservado, casi exclusivamente, para intérpretes eslavas o anglosajonas, apunta Cabrera en su libro Alicia Alonso: la realidad y el mito.
Al final de aquella primera función, un conocido coleccionista estadunidense arrebató las zapatillas a la bailarina ante una premonición de grandeza. En aquel instante todos descubrieron los pies ensangrentados de Alonso, debido al esfuerzo sobre las puntas, mas ella había vivido un sueño.
El resto es historia más conocida, la leyenda creció, la artista bailó la obra hasta muy avanzada edad y los principales críticos de ballet del planeta dijeron ver en ella una encarnación perfecta de Giselle.
Las primeras bailarinas del Ballet Nacional de Cuba, Anette Delgado, Amaya Rodríguez, Yanela Piñera y Viengsay Valdés, en ese orden, asumirán el protagónico en la presente temporada del 19 al 22 de diciembre, en el Teatro Nacional.
Rodríguez, la más joven, probará mañana su categoría con este debut, mientras el público cubano, admirador nato de Giselle por culpa de Alonso, revivirá recuerdos y tal vez ayude a componer nuevas leyendas.