spero que la patria no me lo reclame, dijo el líder de la bancada priísta en el Congreso de Aguascalientes, y en seguida votó en favor de la reforma energética. Al final de la sesión, como se preveía, sólo hubo cuatro votos en contra, de los diputados de Movimiento Ciudadano, el Partido de la Revolución Democrática y el Partido del Trabajo. Los representantes de los partidos Revolucionario Institucional, Verde Ecologista, Nueva Alianza y Acción Nacional formaron un bloque para convertir a Aguascalientes en la decimoctava entidad que aprobó la minuta.

Un gesto inútil y falto de gracia. La prisa del Congreso por aprobar la minuta no alcanzó para que Aguascalientes fuera el estado que lograría que el texto fuera devuelto a la Comisión Permanente del Congreso de la Unión para que éste lo envíe al Ejecutivo federal y se publique en el Diario Oficial de la Federación. Desde el domingo estaba decidido; sin embargo, los diputados hicieron todo lo posible por lograrla fast track.

Fuera del Congreso, un centenar de personas, sobre todo jóvenes, se manifestaron e impusieron un cerco; un gesto también carente de gracia, más simbólico que efectivo: ya todo estaba decidido.

Dentro del Congreso no hubo discusión. En la sesión, el grupo parlamentario mixto, como se nombró el PRI con sus cómplices, usó la tribuna para regañar a los que votarían en contra, los acusó de no ser serios, de insistir en información maniqueísta, de reproducir viejas consignas y de engañar con fines electoreros. En respuesta, el bloque de izquierda desplegó una manta con acusaciones de traición a la patria.

Fuera, algunos jóvenes fueron agredidos por la policía y manifestantes atacaron a un diputado panista. También se desplegaron mantas y se gritaron consignas. Pero diálogo, conversación, intercambio de ideas, no hubo. En ningún lado.

Espero que la patria no me lo reclame, justificó el diputado, de dientes para afuera. Sabe que nadie está dispuesto al análisis. Sólo hay intercambio de consignas.

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