n 1951 Mohammad Mosadeg, siguiendo el ejemplo del general Lázaro Cárdenas, expropió el petróleo en beneficio del pueblo iraní. Dos años más tarde, Mohamed Reza Sha Palevi promovió uno de los atracos más grandes contra Irán. Mediante una contrarreforma, devolvió la riqueza petrolera de ese país a un puñado de compañías extranjeras. Lo que siguió es historia. Consumado el atraco por el gobierno del sha, uno de los más depredadores en la historia de ese país, la riqueza de su subsuelo fue explotada por corporaciones petroleras extranjeras y en Irán crecieron la pobreza y la inestabilidad política. Quienes colaboraron en esa traición contra el pueblo iraní recibieron el beneplácito de las corporaciones petroleras y también las migajas de la riqueza que se exportó.

En agosto de 2005 la naturaleza nos brindó otro ejemplo de lo que sucede cuando la riqueza que pertenece a todos es expropiada en beneficio de unos cuantos. El estado de Luisiana fue azotado por el huracán Katrina, dejando al descubierto la extrema pobreza de quienes viven allí. Nadie imaginó que en una región en cuyas costas existen ricos yacimientos de petróleo existieran tan profundas carencias. La realidad es que esa riqueza es explotada y usufructuada por unas cuantas corporaciones, cuyos intereses poco o nada tienen que ver con quienes deberían beneficiarse de ella. Lo otro es un mito.

Vale recordar esos hechos en el marco de lo sucedido la semana pasada en México. Después de 70 años que el general Cárdenas dio una batalla ejemplar y expropió el petróleo, para usufructo y beneficio de los mexicanos, el 12 de diciembre la historia retrocedió: un grupo de legisladores, pisoteando la memoria de Cárdenas, coordinó una contrarreforma para que nuestro subsuelo sea explotado nuevamente en beneficio de un puñado de corporaciones privadas. Se repite la historia de Irán, ahora en México: las migajas para los perpetradores, la riqueza para los verdaderos ganadores. Un alto ejecutivo de la Cámara de Comercio EU-Mexico anunció una reunión de compañías petroleras en Texas para discutir el potencial de la reforma; también dijo, sin el menor pudor, que México tiene grandes reservas de petróleo sin explotar y, por ello, la reforma será benéfica para nuestras comunidades en Houston. (Afp)

Adolfo Sánchez Rebolledo decía en estas mismas páginas: no es el epitafio al pasado cardenista o a la historia de un México adolorido e irredento, sino la despedida de cualquier proyecto nacional. Palabras que seguramente suscribirán quienes durante años han luchado por preservar la riqueza de este México adolorido, para el beneficio de todos los mexicanos.