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Toros

En la Plaza México enésimo desfile de mansos, ahora de la ganadería de Los Cues

Sonoro triunfo de Rafael Ortega en su despedida y redonda actuación de Juan José Padilla

Gris confirmación de Salvador López

Nuevo exceso del juez Jesús Morales

Pobre entrada

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El matador Rafael Ortega durante la novena corrida de la Temporada Grande 2013-2014Foto Notimex
 
Periódico La Jornada
Lunes 16 de diciembre de 2013, p. a47

Continúa en el coso de Insurgentes el preocupante desfile de reses carentes de bravura, estilo y fuerza, y si bien en la novena corrida el encierro de Los Cues tuvo presencia, apenas cumplió en varas y sólo dos toros, primero y cuarto, permitieron el lucimiento convencional. Sergio González puso un gran par al primero y fue llamado al tercio.

Se despidió de la Plaza México, pues de la profesión lo hará a principios del año entrante, el diestro tlaxcalteca Rafael Ortega, luego de 23 años de alternativa, de dominar cabalmente los tres tercios, de triunfar en gran cantidad de cosos y de… acusar una discreta administración, que si bien lo hizo sumar tardes le impidió consolidarse como primera figura internacional, hasta desembocar en una desastrosa campaña electoral como candidato priísta a la alcaldía de Apizaco. A lo largo de su sostenida carrera Rafael intentaría compensar las limitaciones de sus asesores con una tauromaquia entregada, poderosa y larga, pero su modestia y falta de sello rebasaron esas cualidades.

Batalló al banderillear a su deslucido y complicado primero y su mejor momento fue cuando lo toreó de pitón a pitón y abanicó por la cara, antes de dos pinchazos y media. Por fortuna su segundo, Ferruco, castaño y tocado del derecho, fue el menos malo del encierro llegando a la muleta con recorrido y nobleza para que Ortega realizara un variado toreo capotero, tres lucidos pares, sobre todo el tercero, al violín, y una estructurada faena derechista iniciada con suaves muletazos hacia los medios y adornada con desdenes y trincherazos. Se fue por derecho y dejó una estocada entera perdiendo la muleta en el encuentro. El público pidió las orejas pero el juez Jesús Morales, imprudente, concedió además el rabo, mismo que Rafael Ortega, en un gesto que lo honra, devolvió al alguacilillo, sabedor de que era un reconocimiento tan excesivo como innecesario.

El jerezano Juan José Padilla, sin el ojo izquierdo, pero con el corazón bien puesto, tuvo una tarde redonda al cortar una oreja a cada uno de sus toros, no sólo por cubrir con ejemplar empeño y solvencia los tres tercios, sino por desplegar en todo momento su hambre por torear y por ponerse allí, donde los toros le han dado a llenar.

Con su primero, que como otros de sus hermanos en el puyazo dejó la bravura, Padilla no banderilleó pero logró tandas por ambos lados, siempre gozoso y sin hostigar al manso. Cobró un espadazo algo trasero y recibió merecida oreja. Celoso y encastado por el triunfo de Ortega, el pundonoroso diestro se superó en su segundo, manso y con peligro evidente, al que banderilleó muy bien y realizó valeroso trasteo entre derrotes. Se volcó en el volapié y dejó una entera apenas desprendida para que el público, conmovido y agradecido, demandara la oreja. ¡Qué ejemplo de torería, vergüenza y afición es Juan José Padilla!

Con sólo dos corridas toreadas en México y cinco en Perú este año, el capitalino Salvador López confirmó su alternativa y anduvo desconfiado ante un lote que merecía mejor suerte. No fue sólo la falta de sitio, sino sobre todo de actitud, pues no se puede venir en torero correcto cuando otros, cosidos a cornadas, salen con hambre. Al igual que Padilla, brindó al convaleciente matador Juan Luis Silis, a quien sustituyó.