Comienzan cinco días de homenajes a Madiba; asisten unos cien jefes de Estado y de gobierno
Disputa por la herencia del líder antiapartheid entre la familia, el CNA y una fundación
Martes 10 de diciembre de 2013, p. 26
Johannesburgo, 9 de diciembre.
Casi un centenar de jefes de gobierno y de Estado comenzaron a llegar hoy aquí desde todos los continentes para asistir a los funerales oficiales del primer presidente negro de Sudáfrica, Nelson Mandela, que se realizarán este martes en el estadio local de futbol, donde tres de los discursos principales estarán a cargo de los presidentes Raúl Castro, de Cuba; Dilma Rousseff, de Brasil, y Barack Obama, de Estados Unidos.
En el homenaje popular al líder sudafricano, fallecido el jueves pasado, participarán también cuatro de sus nietos, que hablarán ante al menos 100 mil personas. El estadio de Soweto también fue el lugar donde Mandela hizo su última aparición pública durante la clausura de la Copa del Mundo de 2010.
El foro está cargado de simbolismo, pues este municipio negro fue el centro de la lucha violenta contra el apartheid. Ese acto en Soccer City abre cinco días de homenajes a Mandela, hasta su entierro, que tendrá lugar el domingo en su natal Qunu.
La muerte de Mandela dejó pendiente una disputa familiar por la herencia material y los derechos de propiedad intelectual de la marca Mandela
, pero también dejó abierta una interrogante sobre el futuro de un país todavía dividido por la desigualdad y el racismo.
Después de dos décadas de haberse implantado el sistema democrático y una convivencia relativamente pacífica en Sudáfrica, el país está dividido entre quienes temen que el fallecimiento de Mandela precipitará la formación de un ambiente de rencor contra los descendientes de europeos y entre quienes esperan, como el arzobispo emérito Desmond Tutu, que seguirá la estabilidad política y social.
De cara a las elecciones presidenciales de 2014, políticos como Julius Malema, líder del partido Luchadores por la Libertad Económica, preparan la movilización de la gente con tesis radicales como las expropiaciones a los blancos.
Otros, como la dirigente opositora Helen Zille, creen que el deceso de Madiba podría activar al Consejo Nacional Africano –CNA, el partido del ex presidente– como nunca antes
, a pesar de que ya no comparte las visiones maravillosas
del fallecido líder.
Algunas razones del escepticismo están fincadas en el hecho de que millones de negros viven aún en extrema pobreza, con un desempleo que asciende a 25 por ciento de la PEA y que entre los jóvenes llega hasta 50 por ciento. Pocos negros lograron ascender socialmente como empresarios, académicos o funcionarios de alto rango.
El racismo sigue siendo parte de una realidad de la que no se habla en público
, escribió el ex embajador canadiense en Soweto John Campbell en la revista Foreign Policy. “El apartheid (segregacionismo) fue sustituido por la autosegregación”, puesto que muchos sudafricanos viven en entornos sociales de sólo blancos o sólo negros.
Además de su legado político, el líder dejó propiedades en la provincia de Cabo del Este y en Johannesburgo, así como los derechos de propiedad sobre su autobiografía La larga marcha hacia la libertad y la marca Mandela
.
La lucha por el control de su herencia involucra a su familia, el gobernante CNA y la Fundación Nelson Mandela, creada por el líder para asegurar la difusión de su mensaje de reconciliación y entendimiento.
Mandela repartió el manejo financiero de su legado en 24 fideicomisos, la mayoría destinados a pagar la educación de sus nietos y bisnietos.
Una disputa legal entre el viejo amigo de Mandela, el abogado George Bizos, y dos de las hijas del ex presidente (Makaziwe y Zenani Dlamini) se hizo pública este año cuando las mujeres intentaron sacar a Bizos y a otros socios de compañías establecidas para vender la huella de su mano y autorizar su uso en obras de arte y souvenirs.
Los conflictos que se avecinan en tribunales podrían ser innumerables, toda vez que en Sudáfrica el nombre de Mandela está en todas partes –transportes, academias y hasta artículos de tocador–, pero casi nada fue aprobado por él.