Todo es felicidad en el mundo de Miguel Herrera. El domingo celebraba que el América otra vez disputará una final, con la posibilidad de ganar un bicampeonato, a lo cual se suma la satisfacción de que el rival sea el León. Esta llave abona para esa alegría, porque esos equipos fueron la base de la selección que integró para conseguir el boleto al Mundial de Brasil en el repechaje ante Nueva Zelanda.

La final ratifica que no me equivoqué al integrar la selección, advirtió, al recordar que 10 jugadores de la base tricolor provienen de los equipos que pelearán el título del torneo mexicano.

No se atrevió a asumir una postura temeraria y decir que son los que mejor han jugado la temporada. Se limitó a señalar que son justos finalistas.

Son dos equipos que merecían estar porque lograron el objetivo y a veces, aunque se juegue muy bien, no se llega hasta aquí, aclaró para no desechar el esfuerzo de los equipos que se quedaron en las semifinales, como Toluca y Santos.

Todo es perfecto –repetía Herrera– porque además América puede convertirse en bicampeón y en el máximo ganador de títulos. De vencer a los Esmeraldas llegaría a 12 trofeos, uno más que las Chivas del Guadalajara. Eso también, reconoce, abona para ese optimismo desbordado.

Y sí, nos obsesiona el bicampeonato, dijo entusiasmado. Uno empieza la temporada pensando en una final y, a pesar de toda la distracción, estamos en la instancia donde podremos defender el título.

Si la manera en que llegaron a la final no fue demasiado contundente, qué más da –desestimó–, porque lo que debe importar es que llegaron.

No tengo problema si no nos consideren favoritos, eso no me inquieta, dijo, pues esa condición es muy subjetiva. Lo importante es que este equipo viene de dos años de levantarse de circunstancias adversas.

Tal vez por eso también se entusiasma al hablar de los niños triquis basquetbolistas que ayer visitaron las instalaciones del club en Coapa para convivir brevemente con los jugadores.

Es motivante ver a esos chavitos que con pocos recursos hicieron cosas importantes, nos dejan una enseñanza a todo el país, comentó el Piojo. Son niños y por eso puede ser que no se dan cuenta de lo que significa su logro para todo un país.

Parece impaciente de que llegue el día de la final entre los dos equipos que le dieron la razón, según piensa. Clubes en los que están involucrados Emilio Azcárraga (dueño del América) y Carlos Slim (socio del León). Pero eso es otra cosa –consideró Herrera– y no es una extensión simbólica de la rivalidad empresarial de dos de los hombres más poderosos del país.

Nosotros representamos sólo dos partes de las instituciones que ellos tienen y lo único que queremos es ganar en la cancha, lo nuestro es deportivo, atajó el Piojo. Nuestra imaginación no llega hasta ese nivel, no nos alcanza para ver los niveles de poder que tienen estas dos personas, dijo antes de entregarse gustoso a las peticiones de los aficionados.