Guadalajara, Jal., 30 de noviembre.

Las medidas extraordinarias de seguridad por la asistencia del presidente israelí Shimon Peres; el secretario de Educación Pública, Emilio Chuayffet, y el jefe de Gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera, entre otros personajes, no habidas en inauguraciones pasadas de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, inhibieron las manifestaciones que también se presentaban durante los actos inaugurales: en esta ocasión fueron escasas y poco concurridas.

Un dispositivo de seguridad montado por el servicio de protección personal en torno al mandatario israelí, guardias del Estado Mayor Presidencial, de fuerzas federales, estatales, municipales y hasta de seguridad privada, fueron lo que distinguieron el acto de inicio de la feria en Expo Guadalajara.

Las fuertes medidas, que incluyeron rodear el inmueble sede con vallas de casi dos metros de altura, la restricción del paso vehicular, la colocación de decenas de arcos detectores de metales y la revisión exhaustiva de la gente que ingresó a Expo Guadalajara, motivaron que los temas de protesta de varias organizaciones apenas fueran notados.

Entre los grupos que se manifestaron hubo uno integrado por diversos colectivos que protestaron por la presencia del estado sionista de Israel, según se leía en sus pancartas, dirigidas al país invitado de honor en esta edición de la FIL.

Además de manifestar su respaldo a Palestina ante el embate imperialista de Israel con el apoyo de Estados Unidos, este grupo también lanzó consignas contra la reforma energética y el entreguismo de Enrique Peña Nieto en su intento por privatizar la industria petrolera nacional.

También estuvieron ex braceros de la tercera edad, unas 50 personas, que exigieron el pago de lo que ahorraron el siglo pasado cuando trabajaban en Estados Unidos, lo cual les ha sido regateado o abonado sin intereses por el gobierno federal, pese a que han transcurrido decenios desde que inicio el reclamo.

Sin embargo, el grupo no pudo llegar a Expo Guadalajara, debido a que unos 150 metros antes del ingreso el paso estaba cerrado por soldados, guardias y vallas.