En Guatemala fue importante: obispo
debe denunciar abusos
Domingo 24 de noviembre de 2013, p. 31
En entornos de violencia, la Iglesia católica no puede permanecer indiferente
, debe denunciar los abusos y poner mayor énfasis en la promoción de la vida
y el respeto a los derechos humanos mediante la prédica del Evangelio, aseguró Julio Cabrera Ovalle, obispo de Jalapa, Guatemala.
Entrevistado esta semana durante la reunión Peregrinación y Encuentro, Nuestra Señora de Guadalupe, Estrella de la Nueva Evangelización en el Continente Americano, que se realizó del 16 al 19 de noviembre, el jerarca católico centroamericano destacó que la Iglesia puede ser uno de diversos factores que contribuya a acabar con la violencia, pues en la medida que la palabra de Dios toca sinceramente nuestro corazón, cuando es una fuerza dinámica en nuestro interior, lo primero que pasa es erradicar la violencia
en cualquiera de sus formas.
No obstante, hizo hincapié en que quienes tienen la obligación de terminar con la violencia son los gobiernos, sobre todo cuando en sus propuestas de campaña ofrecieron poner fin a ese flagelo.
Subrayó que la Iglesia católica de Guatemala ha jugado un papel muy importante durante los 36 años de conflicto interno, y corrimos muchos riesgos y tuvimos víctimas
, entre ellos diversos sacerdotes e incluso un obispo, Juan Gerardi, quien fue asesinado en 1998, tras presentar un informe sobre las violaciones militares cometidas durante el conflicto entre la guerrilla y el ejército, el cual se extendió de 1960 a 1996 y dejó cerca de 200 mil víctimas, entre fallecidos y desaparecidos.
Señaló que ahora los tipos de violencia que enfrenta Guatemala son otros, entre ellos el desplegado por el crimen organizado, la delincuencia común y por las maras (aunque consideró que el actual gobierno ha logrado la desarticulación de muchas de estas pandillas), así como los feminicidios, la violencia intrafamiliar, las extorsiones y pagos de cuotas que exigen criminales, desde penales de alta seguridad.
Precisó que ante estas situaciones nuestra presencia debe ser permanente junto al que sufre violencia
.
Aparte, el laico uruguayo Guzmán Carriquiry Lecour, secretario de la Comisión Pontificia para América Latina, indicó al concluir el citado encuentro que en situaciones de violencia como la originada por el narcotráfico, la Iglesia debe ser pacificadora, reconciliadora de los ánimos
y en México en particular debe ser curadora de heridas derivadas de esta violencia muchas veces incontrolable
.