Espectáculos
Ver día anteriorJueves 21 de noviembre de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

Volker Schlöndorff presentará su libro y una película en la Cátedra Ingmar Bergman

Cannes se ha vuelto un circo; hoy en Hollywood suceden milagros

En mi obra hablo más de amor que de glamur; me gusta más el vino tinto que la champaña, dice el cineasta alemán

Después de ver Gravedad, de Alfonso Cuarón, ya no puedo mirar el cielo igual, expresa

 
Periódico La Jornada
Jueves 21 de noviembre de 2013, p. 9

El director de cine alemán Volker Schlöndorff (Wiesbaden, 1939) está en México para presentar, dentro de la Cátedra Ingmar Bergman de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), su película Mar en calma/ La mer à l’aube (Alemania-Francia, 2011), hoy en la Sala Julio Bracho del Centro Cultural Universitario, a las 16:30 horas, y su libro Luz, sombra y movimiento (UNAM, 2013), en el Auditorio del Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC), mañana viernes a las 18:00 horas.

Realizador de El tambor de hojalata (1979), entre otras cintas, en entrevista Schlöndorff habló en español e inglés:

–¿Cuál es su sentir sobre estar en México y, concretamente, de la Cátedra Bergman, así como de este cineasta?

–Lo primero es que la Cátedra Bergman está en México, país que fue muy importante en mi juventud. Fue un momento decisivo, pues fue cuando decidí ser cineasta. Estar ahora en esta cátedra es una manera muy buena de cerrar este círculo.

“Ahora bien, todo lo que sé de dirigir actores lo aprendí de Bergman. Nunca hablé sobre la dirección de actores con él. Trabajé con el fotógrafo de Bergman en tres películas y le pregunté que cómo hacía el realizador sueco para dirigir actores, para que tuvieran la intensidad que no se daba con otros directores. Recuerdo cuando en el cine La pagoda, en 1959, fui a ver una de sus películas y me sirvió de camino a seguir, de ejemplo. Me pareció que era usar elementos humanos muy básicos.

Metáfora del ser humano

–¿Qué prefiere, Cannes o Hollywood?

–Bueno, en esos días prefería Cannes, por mucho, pero ahora ya no estoy tan seguro, porque ese sitio francés se ha vuelto un circo. Hollywood parece un ente protestante comparado con él, en el sentido religioso.

–Se dice que Hollywood produce películas universales.

–Los milagros suceden y hay gente de todos los países, como México, China, Alemania, que tienen un sentido universal. Gravedad, de Alfonso Cuarón, es hermosa y al principio piensas que sólo será de efectos especiales, pero luego ves que es una manera muy simple de presentar la pérdida. La acabas de reflexionar como una experiencia metafísica. No es como estar perdido en el desierto, sin agua, sino que estás realmente perdido en el universo, en el espacio.

Es una metáfora del ser humano en el mundo. Ya no puedo mirar el cielo y verlo igual. Me imagino que alguien está arriba, volando en el espacio, con su escafandra. Puedes conocer a los dioses allá arriba.

–Su libro Luz, sombra y movimiento-Mi vida, mis películas, ¿aclaró algo sobre su pasado?

–No quise hacer correcciones sobre mi vida, pero sí vi claramente dónde me equivoqué. Me pregunto qué es un error, porque a partir de éste también surgieron cosas importantes. A veces un error es más fructífero que hacer lo correcto, excepto que el sufrimiento se queda. Hablo de errores humanos, porque profesionalmente mi peor error fue rechazar una oferta de trabajo de Steven Spielberg, en Hollywood, después de que dirigí El tambor de hojalata. No estaría sentado aquí, sino, tal vez, en una villa en Malibú. Tal vez sería un neurótico y drogadicto.

–En su libro refleja días de cine y mucho glamur, lo cual ya no es común. La gente ya casi no va de gala a las premieres. Ya no hay champaña.

–En mi libro hablo más de amor que de glamur. Conocí a mucha gente glamorosa, pero en un nivel profesional. A mí me gusta más el vino tinto que la champaña. No se puede evitar en este negocio tratar a mucha gente famosa, pero yo he tratado de retratar a todas las personas que he conocido.

Foto
Volker Schlöndorff, de visita en la UNAMFoto José Antonio López

“Dustin Hoffman no hace distinciones en la gente que conoce, como yo, y no pertenece a ningún círculo glamoroso. Cuando hice la película con él, La muerte del vendedor, de ahí salió una portada en una revista, La Guía de Tv de Estados Unidos, y ya con eso se dio la fama”.

Sobre El tambor de hojalata, en la que el personaje central se mete debajo de la falda de la abuela, dejando volar la imaginación del espectador, dijo: El inventa leyendas. Sí, a mí también me erotizó.

Cine y literatura, dijo, “los dos cuentan historias, dos maneras distintas de hacerlo. El cine es un invento nuevo y la literatura tiene miles de años. El guion es el arte de escribir una historia. Para mí ha sido muy fácil moverme entre las novelas y las películas. Hasta que escribí este libro me atreví a escribir mi propio guion. Hace 10 años que no hago una adaptación literaria. Mi próxima película, la cual estoy editando, se llama Diplomacia, que es sobre la liberación de París. Espero que se presente en Berlín el siguiente febrero.

–¿Qué le preocupa del mundo de hoy, socialmente?

–Que hay mucha gente... tanta gente. Fui a China el mes pasado y ahora estoy en México, y no sé cómo van a sobrevivir. Creo que ya estoy suficientemente viejo como para ver la catástrofe y no sé qué va a pasar. Me da curiosidad saber qué va a hacer el humano para resolver este problema. Yo creo que no se puede solucionar.

–¿Cree en la frase de Einstein de que después de la tercera guerra mundial la cuarta será a pedradas?

–Prefiero no pensar en eso. Hay mucha inteligencia y todos estamos conscientes, por ejemplo, de la contaminación y de que algo está mal. Algo tiene que pasar para que se dejen de producir coches. Yo prefiero caminar.

La mejor manera de comunicarse

–¿Qué es el cine?

–Pienso que es la mejor manera para comunicarse los unos con los otros. Es el arte del siglo XX y lo será en del XXI. Tal vez ya no sea en una pantalla de cine, pero sí en un celular. Contar historias de forma audiovisual es una manera muy interesante de comunicarse.

–¿Es usted optimista, como el Cándido de Voltaire?

–Por las mismas razones que Voltaire, pero en el fondo soy pesimista.

Schlöndorff estudió ciencia política y económica en La Sorbona, en París. Entre 1960-65 llegó a ser el primer asistente de dirección de cineastas de la talla de Alain Resnais, Jean-Pierre Melville y, particularmente, de Louis Malle, con quien trabajó en ¡Viva María!, rodada en México, todos representantes de la nueva ola francesa. En 1966, dirigió El joven Torless, adaptación de la novela de Robert Musil, que le valió el premio Fipresci en el Festival de Cannes, entre otros reconocimientos de su país. Es uno de los pilares del llamado nuevo cine alemán, junto con Fassbinder y Herzog.

La visita de este realizador se efectúa en colaboración con el Festival Internacional de Cine de Morelia y el Goethe-Institut Mexiko, entre otras instancias, como el CUEC, la Filmoteca de la UNAM, el Instituto Mexicano de Cinematografía y el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.