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Don Gordon Matthiew Thomas navega hacia Broadway
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Periódico La Jornada
Sábado 16 de noviembre de 2013, p. a16

El nuevo disco de Sting está destinado a la polémica.

Luego del ritual de retirar el envoltorio de celofán, hojear el librillo que funge a manera de programa de mano, uno se percata que se trata de un álbum doble y en un acto cortazareano, como todo buen cronopio rompemos la regla y primero ponemos a sonar el disco dos y pasa el track uno, el dos, el tres... y es inevitable interrogarse: ¿qué onda con Sting?

Porque lo que suena no es música como para sentarse a escuchar. Lo que uno oye es una sucesión de personajes que hacen medio-recitativo, coros, música de acompañamiento más que música de creación, y varios cantantes se turnan lo que resulta cada vez más evidente: son personajes, es música para escuchar y VER en escena. Sting aparece de vez en cuando, con su tesitura inconfundible. Y nada más.

Es una comedia musical.

A ver, intentemos. Ponemos a sonar el disco uno de este álbum doble: mmmm, mmjú: suena a Sting, pero los recitativi no cesan. Es evidente que nos está contando una historia conformada por varias historias.

La historia general: un grupo de trabajadores toma el astillero donde laboran en protesta por la orden gubernamental de cerrar ese centro de trabajo y tradición. Deciden construir en ese astillero un barco para ellos mismos zarpar.

En su página web, el autor nos explica todo este atolladero, porque estamos frente a una situación entre kafkiana y enredada: Sting ya está harto de ser Sting y se sentó a escribir canciones ¡para una comedia musical!, cuya trama, aventura, es, asegura el buen Sting: quijotesca y, también, homérica. Pasumecha.

Obvio: así como su disco anterior, Laberynth, que hizo levantar la ceja a los expertos en el tema, porque Sting se atreve a interpretar la música de un gigante de la academia: John Dowland. ¡Sacrilegio! Gritaron y procedieron al bonito ejercicio del rasgamiento de vestiduras. ¿Qué gritarán ahora los fans de uno de los camaleones más populares del pop, el rock, el jazz, el reggae y otros géneros que ha visitado don Gordon Matthew Thomas Summer, mejor conocido como Sting?

No es para tanto, respondería, como siempre, el Disquero: el disco uno del nuevo álbum de don Gordon Matthew Thomas es un bombón. Tiene jazzecito sabrosérrimo, aspiraciones al género exquisito conocido como chanson francaise (léase Chevalier, Moustaki, et al), valsecitos hiperbailables, música muy fina, deliciosa música celta y la voz inconfundible de Sting, sonidos de ambiente propicios: gaviotas, sin recurrir al lugar común de los silbatos de barcos alejándose, y, last but not least, historias muy interesantes, relatos cuya dramaturgia es bien lograda.

Ah, el disco dos. Ese sí, ni cómo ayudarle. A menos que el lector sea incondicional, pero deveras dispuesto a concederlo todo, del género conocido como comedia musical y, todavía más: escuchar una comedia musical pero sin verla.

The Last Ship se titula el álbum, mismo título de la comedia musical que se estrenará exactamente dentro de un año en Broadway, dirigida por Joe Mantello, el mismo director de Wicked, actualmente en cartelera en México y reprobada por expertos pero convertida en un éxito por la industria del espectáculo. De manera que podemos jugar al adivino: The Last Ship será un éxito de taquilla en 2014 y el señor Sting ya no estará tan cansado, a sus flamantes 62 años, de ser Sting.

El track 5 del disco uno es el más interesante: conecta de manera inequívoca con el álbum The Soul Cages, que publicó Sting en 1991, para elaborar el duelo por la muerte consecutiva de sus padres y en ese momento inició el bloqueo creativo que ahora logró romper cuando se sentó a escribir canciones con sesgos autobiográficos: en la excelente pieza titulada El lenguaje de las aves, de su nuevo disco (el uno, el dos no, je) es un bello poema alegórico donde el fantasma de su padre y el fantasma de Sting cuando niño habitan en una isla de almas, donde su padre alimenta aves pero éstas están enjauladas, tal cual encerrada está su alma.

Igualmente bello el poema del track siguiente, Practical Arrangement, donde un hombre enamorado de una mujer que no le corresponde, le propone un arreglo práctico en el que no le promete la luna ni un arcoíris, tan sólo una relación bajo las condiciones que ella imponga. Y así como estas dos joyas, hay otras historias muy bien logradas en su escritura y en su música. En el disco uno. No así en el dos, je.

Pero bueno, al fin y al cabo: ¡Ah qué don Gordon Matthew Thomas tan chingón!

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