Arnulfo Quimare nunca ha entrenado, pero ha ganado competencias de 100 kilómetros
Vamos a usar tenis, porque el huarache no aguanta en el pavimento... como la suela es de llanta
, refiere
¿Al que gana le pagan una buena feria?
, pregunta el atleta tarahumara
Domingo 25 de agosto de 2013, p. a13
Arnulfo Quimare sonríe aburrido cada que le preguntan cómo puede correr durante días completos sin tener un programa de entrenamiento. Es muy simple, explica, pues los rarámuri corren toda la vida. Cualquier tarea requiere de una carrera a campo traviesa por senderos difíciles y terrenos rocosos. Prácticamente todas sus actividades sociales implican poner los pies en marcha.
Ningún corredor tarahumara se prepara para una competencia. Simplemente dejan la parcela en la que cultivan maíz y frijol, se apartan por unos días del rebaño de chivas que cuidan, y en medio de bromas se plantan en la línea de salida. Lo demás es sencillo para ellos: correr.
Y eso puede significar dar zancadas durante varias horas, incluso días enteros. Pasos veloces con pies apenas protegidos por una suela de llanta y unas correas de cuero. Simple para Quimare, quien ha ganado tres veces el ultramaratón de Las Barrancas del Cobre.
Nunca ha entrenado, repite, pero luego precisa: A veces jugamos carrera bola y eso sirve para las competencias
, porque los rarámuri también se divierten y socializan a zancadas.
Un pueblo desafía a otro. Hacen un acuerdo sobre la distancia que deben correr, el número de vueltas y cruzan una apuesta, por ejemplo, un chivo. Pueden participar hombres, mujeres y niños, pero cada uno elige a un rival.
Luego se echa a rodar una dura bola que empujan con los pies durante la carrera. Al final no hay humillación para el derrotado. El pueblo ganador termina festejando y compartiendo el premio con su rival.
Yo nunca pienso en correr para ganar, sólo me gusta participar y llegar lo más rápido que pueda, pero no pienso en ganar
, cuenta Miguel Lara, otro legendario corredor tarahumara que ha conquistado en dos ocasiones el ultramaratón de Los Cañones. También lo considera algo sencillo porque es algo que lo hace feliz. Simple.
Ni siquiera llego cansado después de correr. llego normal, como algo y a veces hasta me pongo a jugar después de la carrera
, agrega.
Arnulfo Quimare escucha con curiosidad a su compañero. Ambos forman parte de un equipo de cuatro corredores rarámuri que participarán por primera vez en el maratón de la Ciudad de México, este domingo.
Vamos a usar tenis, porque el huarache no aguanta en el pavimento, como la suela es de llanta
, se queja Quimare, quien mira con cierto escepticismo la curiosidad que provoca a los corredores que acudieron ayer a recoger su número de participación para la competencia.
Vamos a ver cómo es esto, a ver cómo nos va
, dice Quimare, porque recuerda que cuando participaron en el ultramaratón de Colorado, en Estados Unidos, el resultado fue un desastre. Casi no probaron alimentos durante una semana, pues la comida les pareció repulsiva, además de que las indicaciones de la carrera fueron en inglés y nadie pudo traducirlas. Después de horas de extravíos les aconsejaron abandonar la carrera.
Ahora piensan que será más sencillo. Cuando les recuerdan que ellos pueden correr distancias de 100 millas y ultramaratones de 100 kilómetros, pero el de este domingo sólo será de 42.
Sonríen cuando observan que hay personas que los reconocen. Sobre todo a Quimare, que lo asedian para tomarle fotos con celulares.
Es una leyenda, ese Quimare
, dice Alejandro López, un pasante de la licenciatura de Ciencias del Deporte.
Otros más se acercan para comprarles las artesanías que trajeron para sufragar los gastos del viaje a la capital. Ahí mismo se descalzan algunos para estrenar huaraches como los que llevan los corredores y se enfundan las camisetas con la frase: Con el poder de tu mente, tu instinto y huaraches de llantas, puedes correr muy lejos
, atribuido a Quimare.
Cuando ve el revuelo que provocan, Quimare pregunta: ¿Al que gana la carrera le pagan una buena feria?
Y cuando escucha que la bolsa para el triunfador es de 450 mil pesos, arquea las cejas y vuelve a la carga: ¿Y no hay categoría tarahumara?