Presenta Adiós, Carlota, proyecto pluridisciplinario, sábados y domingos en el Foro Shakespeare
Domingo 18 de agosto de 2013, p. 8
El destino trágico de Maximiliano y Carlota, con todo el peso de la historia, en el que él muere fusilado y ella vieja y loca, es el centro temático de la obra Adiós, Carlota, teatro de títeres bajo la dirección de Gerardo Ballester Franzoni, que se estrenaró ayer en el Foro Shakespeare, con funciones los sábados y domingos, a las 13 horas, en temporada hasta el 6 de octubre.
Hay de títeres a títeres. Los de esta puesta gesticulan, arquean las cejas, al modo de como lo hacía Topo Gigio, títere que era manejado por cinco personas colocadas debajo de una mesa; por tanto, los títeres adquieren vida y Carlota deja sentir su dolor, su melancolía, sus jaquecas, cuando se lleva su mano a la altura de la sien.
En la puesta, en vivo, la composición musical es de la pianista Deborah Silberer.
Se trata de una recreación poética de cómo se derrumba el mundo interior de una mujer de 26 años que, habiendo sido educada dentro de la realeza, pierde la razón al enfrentarse con el mundo real y el fusilamiento de Maximiliano de Habsburgo.
Carlota, anciana y perseguida por las sombras del pasado, tiene un momento de lucidez antes de su muerte; algo oculto entre sus apasionadas memorias surge y la libera de la culpa que la abrumó durante años. Lejos de la pretensión de las obras históricas, Adiós, Carlota, reinterpreta los actos que la llevaron a la locura, por medio de una fragmentación de episodios de su vida.
Cautivador acercamiento
Adiós, Carlota es un proyecto pluridisciplinario que brinda al espectador un acercamiento nuevo y simbólico a este enigmático personaje a través de la fuerza cautivadora del espectáculo de títeres. Es una recreación poética de la vida de la emperatriz, por lo que se trata de una obra sin diálogos en la que los paisajes emocionales son subrayados por la música del piano y con efectos sonoros.
Ballester dijo en entrevista que esta obra, cuyos personajes se desarrollan a través de títeres, no es para niños, sino para adolescentes y adultos. La luz es importante, porque nos basamos en la cámara negra, por lo que la iluminación a la manera de un teatro no nos funcionaba, porque los personajes tienen otra proporción. Cuando fuimos ensayando y vimos que los objetos tomaban vida, lo mismo que los muebles, la utilería, etcétera, se me ocurrió que eso pasara con la iluminación. Dos lámparas acompañan a los personajes
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Consideró que el espacio del Foro Shakespeare es adecuado para esta representación. Tengo interés de que este no sea un espectáculo masivo, porque necesitamos que la gente pueda ver los detalles, los gestos. Con mucha distancia cambia la percepción. Ahora bien, no se ve igual desde la primera fila que desde la última.
Luego de esta temporada en el Shakespeare la obra se montará en el Alcázar del Castillo de Chapultepec, donde se invocarán fantasmas.
Agregó que a él le gustan los títeres y que no le dan miedo. “Si entro a un cuarto y hay títeres no me atemorizo, pero sí cuando entro a un sitio donde hay personas. Los títeres conjugan muchas cosas. Tradicionalmente se les asocia con obras para niños, pero realmente tienen que ver con el teatro, la escultura... Un espectáculo de títeres implica maquetear. Los que manipulan los títeres en esta obra se tardaron un año en aprender a hacerlo. A mí la idea me vino durante un festival de cine en Morelia, hace cinco años. Ahí conocí a Deborah; nos mostramos nuestros respedtivos trabajos y comenzamos a hacer proyectos.
En eso salió el personaje de Carlota, que es parte de una historia que se abordó a partir de la celebración del bicentenario de la Independencia. Se puso atención a Maximiliano y Carlota en tanto que personas y no como personajes. Para ubicar bien a la historia hay que humanizar a los personajes. En este caso, los hechos se desenvuelven en 1927, en Bruselas, Bélgica, con una Carlota anciana, en el último día de su vida, abrumada por las sombras del pasado.