El vilipendiado tiburón blanco, indudablemente una amenaza de los mares, recibe un trato que pone al descubierto distintas fases de su vida, aunque sin descartar su ferocidad, en el documental que a partir del lunes se exhibirá en la megapantalla del Museo del Papalote.

Sus hábitos y costumbres en los sitios de crianza, así como sus increibles travesías –se tienen registros de ejemplares sellados por investigadores en aguas californianas y luego avistados en las proximidades de Nueva Zelanda– y hasta ahora triste destino como especie en peligro de extinción, son tratados en el filme de 40 minutos, en el que el biólogo mexicano Mauricio Hoyos Padilla tomó parte.

En formato 3D, el documental presenta, además de unas espléndidas vistas marinas, escenas de buceo a pulmón de quienes se sumergieron en las profundidas para captar de cerca a estos ejemplares, que llegan a pesar hasta casi dos toneladas, con lo que desmitifican en algo su ferocidad.

No hay que perderlos de vista, siempre mirarlos de frente y si se está en grupo, realizar una formación de triángulo para ciertamente desconcertarlos un poco, pues son extremadamente inteligentes, es la recomendación que se da al público, que seguramente disfrutará de las proyecciones que se prolongarán hasta febrero de 2014.