Ciudad del Vaticano, 20 de junio.

El papa Francisco denunció el jueves la corrupción en provecho de una minoría, y la especulación financiera que condiciona el precio de los alimentos, olvidando su principal destino, al hablar ante una delegación de la Asamblea de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

En un discurso muy crítico hacia el sistema económico internacional, Francisco denunció el verdadero escándalo del hambre. No es suficiente, dijo ante unos 400 delegados de la FAO, que la acción internacional esté motivada por la buena voluntad, o lo que es peor, por promesas que muchas veces no se cumplen. La actual crisis global es una coartada, sostuvo.

La persona y la dignidad humana amenazan con convertirse en una abstracción frente a temas como la guerra, la malnutrición, la marginación, la violación de las libertades fundamentales o la especulación financiera, dijo el Papa al hablar en la sala Clementina del Vaticano.

Esta especulación condiciona en este momento los precios de los alimentos, al tratarlos como cualquier mercancía y olvidando su principal destino, agregó.

Es necesario combatir esta corrupción que produce privilegios para algunos e injusticias para muchos, continuó Francisco y evocó los intereses económicos miopes y las lógicas de exclusión de la mayoría de la población mundial.

El Papa saludó la voluntad de la FAO de celebrar el año próximo la familia rural. En la familia, explicó, se encuentran los elementos capaces de hacer menos penosas las situaciones más negativas, permitiendo una atención mayor para los más débiles.

Este viernes Bergoglio cumple 100 días de pontificado. Todavía no tiene previsto mudarse al Palacio Apostólico y sigue alojándose en la residencia de invitados Casa Santa Marta, desde donde llega a los titulares con sus breves sermones en las misas matutinas. Como cuando arremete contra los cristianos de salón o el poder de los arribistas. Pedro no tenía cuenta (bancaria), dijo hace poco, en una crítica velada a una Iglesia rica que envejece y da sensación de inmovilismo.

Francisco sigue vistiendo casulla blanca y lleva el mismo estilo de vida en Roma que en Buenos Aires. Es el contraste personificado con la pompa de las basílicas del Vaticano, que tanto molesta a algunos.

Pero sí tiene previsto viajar. Su primer (e intenso) encuentro con los creyentes en el extranjero tendrá lugar en julio, cuando acuda a la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro.