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Vestigios, libro publicado por Ediciones Era, marca su alejamiento del género

El silencio, hoy, es una forma de mi poesía; pido que lo escuchen: Javier Sicilia

El mundo ya no es digno de la palabra sagrada, lamenta el colaborador de La Jornada

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Javier Sicilia, ayer, durante la entrevistaFoto Luis Humberto González
 
Periódico La Jornada
Martes 11 de junio de 2013, p. 6

Una forma de mi poesía, en estos momentos, es el silencio. Les pido que lo escuchen, pues en una condición como la mía ese silencio es más poderoso que las palabras.

Habla Javier Sicilia (DF, 1956), el poeta, con su libro Vestigios (Ediciones Era) bajo el brazo. En la contraportada se lee que se trata del punto final de una vasta obra poética, del volumen con el que el autor se retira del verso y emprende el camino de la resistencia civil frente a la barbarie y la guerra.

En la página 61 aparece un poema dedicado a Juanelo, el hijo del autor, asesinado en marzo de 2011, en el que apunta: Ya no hay más que decir/ el mundo ya no es digno de la Palabra.

En entrevista con La Jornada, Sicilia señala que no se trata de callar por haber perdido la fe en la poesía, todo lo contrario: Hay que pensar más en el vínculo que hay entre el silencio y la palabra, pues el silencio permite mirar, escuchar, comprender. Estar.

Por el momento, añade, me leo en los otros poetas, como cuando ya no alcanzo a rezar, pero otros lo hacen por mí, asimismo, los poetas pronunciarán por mí las palabras que ahora no puedo pronunciar. Ahí, en ellos, me escucho, me recargo, me entiendo. No dejen de hacerlo.

Vestigios, explica el autor, incluye “poemas escritos en diferentes momentos de mi vida y tocan el tema del dios escondido, del dios velado, de sus escasos datos en medio de un mundo desgarrado y degradado. El poema que abre el libro, con el tema del hijo pródigo, termina precisamente diciendo que lo único que queda de dios son unos cuantos datos muy pobres: ‘un fragmento de pan/ y los restos del vino’, casi los últimos vestigios de la presencia de dios en un mundo que lo ha ausentado. Nos ha dejado muy solos”.

Javier Sicilia irrumpió en el mundo literario en 1982 con Permanencia en los puertos. Desde entonces, se le reconoció como un poeta católico, algo extraño, dicen los críticos, pues la poesía mexicana, añaden, estaba dominada por los herederos de la vanguardia.

El también colaborador de La Jornada Semanal detalla:Mi poesía siempre ha sido una suerte de exploración del mundo interior, pues para mí la vida espiritual es fundamental, sobre todo a partir de ciertas matrices, en particular el cristianismo. Ese era mi tema: buscar los datos de Dios y refundar el sentido de lo trascendente, tratar de encontrar esa temperatura espiritual y el orden de Dios en un mundo donde ya no está, esa había sido mi reflexión, porque un mundo donde Dios no está es un mundo que corre el riesgo de perder su dinámica. Como decía Dostoievski, si Dios ha muerto todo está permitido, y ahora empezamos a vivir esa ausencia en una forma criminal e irresponsable con la que la palabra es usada”.

Convencido de que la poesía y el poema son el lugar del verdadero sentido del lenguaje, el poeta considera que hoy día “el problema del universo espiritual es que corre el riesgo de volverse ideología, es lo que ha hecho la Iglesia. Cuando eso pasa se vela la sustancia y se vuelve cualquier otra cosa menos vida espiritual. Por desgracia, la palabra que usa la Iglesia dejó de ser vivificadora para convertirse en una ideología moralina que vela la marea de fuego del espíritu que está en el evangelio.

Quienes trabajamos, a través de la poesía, esa vida espiritual, tratamos de volver a refundar esos sentidos, pues la base de toda poesía es un inmenso amor por la palabra, es decir, sentir un inmenso amor por la vida. En nuestra tradición de Occidente, Dios crea a través de la palabra. En el mundo judeocristiano la palabra es una concretud, no un discurso o una cosa que designa la realidad, sino la realidad misma. La revelación de Jesús como palabra encarnada es el ser humano, la expresión articulada carnalmente que está en las profundidades del ser humano.

Por ello, concluye el poeta, a partir de la experiencia de la muerte de mi hijo y de lo que he recogido del caminar por este país, el problema es que el mundo ya no es digno de la palabra sagrada. Los poetas están arrinconados, nadie los escucha. Entonces, el silencio es una manera de decir algo, porque siempre olvidamos que éste es parte de las palabras, para poder recoger sentido, si no todo sería ruido. Quizá en un mundo roto, donde la palabra está degradada en la impunidad y el cinismo de los discursos políticos, la palabra debe recogerse en el silencio, por respeto a ella misma.

El libro Vestigios del poeta Javier Sicilia será presentado hoy a las 19 horas en el salón de usos múltiples de la Casa del Poeta (avenida Álvaro Obregón 73, colonia Roma).